viernes, 8 de septiembre de 2017 |

Aquí todos flotan


Yo me inicié en la literatura adulta con Stephen King sobre los diez u once años, de golpe y porrazo. Un día los libros infantiles se me quedaron pequeños, igual que las mangas de las camisetas. Hace veinte años, no lo recordamos, pero el mundo no es el que es ahora. Las nuevas tecnologías venían de camino pisando fuerte pero aún no nos habían atropellado, la vida era todavía muy rudimentaria. Mi acceso a libros era muy limitado (aunque me he criado en una casa de lectores empedernidos y llena de libros). No me refiero a que mis padres no me comprasen libros cuando los pedía, que sin duda siempre lo han hecho, pero ese acceso era muy limitado en cuanto a contenido: yo conocía la literatura de la biblioteca de mi colegio y del supermercado donde íbamos a comprar semanalmente. Entonces yo no tenía autonomía suficiente como para ir a la ciudad en busca y captura de libros recorriendo las interminables estanterías del Fnac o La Casa del Libro como ahora hago. Ni tampoco había Internet. El mundo de los libros, al menos en mi caso, funcionaba de otra manera. Si existía entonces la literatura juvenil yo ni la conocía ni tenía modo de acceder a ella.

Conocí al payaso Pennywise hace mucho y creo que de aquella experiencia viene mi miedo a los payasos, a las muñecas de porcelana y a los mimos. Además, también me animé a ver la miniserie de los 90, también aterradora.

Hoy he ido al cine a ver la nueva versión de It de Muschietti, que tal vez lo recordéis -o igual prefiráis olvidar- por películas tan malas como Mamá, de la que ya hablé en el blog. Yo recordaba una historia para no dormir, de las que te castañean los dientes y entre tembleque y tembleque entras en una especie de duermevela esperando que el maldito payaso aparezca entre las tinieblas de tu habitación.

Para mí, peca de lo que peca últimamente el cine de terror. Va al susto fácil, a pegarte un sobresalto en la butaca. Y una buena película de terror el propio argumento tiene que darte escalofríos, la misma trama tiene que hacerte temblar de miedo. Además, con respecto al libro he echado mucho de menos los dos líneas temporales, creo que eso hubiera enriquecido mucho la historia. Espero que en la segunda parte lo utilicen.
Pero creo que tiene muchos puntos a favor. El primero ha sido la ambientación ochentera que le han dado. Alguna gente se echará las manos a la cabeza por esto. Yo no soy muy purista en cuanto a adaptaciones cinematográficas, el ritmo narrativo de una película no es el mismo que el de una novela. No me llega al alma si suprimen partes del libro o si hacen cambios, de hecho no me gusta que sea cien por cien fiel al libro,  ya que me da la impresión de que me están contando lo mismo dos veces. Han cambiado la época para hacer una versión más moderna, la segunda parte transcurrirá veintisiete años después, es decir, en nuestra época.
Otro punto importante que suma mucho a la película es la pandilla protagonista. Me los he creído más que en la miniserie. Había mucha más química entre ellos. Aunque esta vez la historia arranca un poco in media res, cuando el grupo está casi formado y faltan por unirse Beverly, Mike y Ben, y eso ya le da un poco de rapidez a la historia. Creo que el personaje de Stanley es el que más plano se ha quedado, pero a los demás les he conocido: cómo son, cuáles son sus miedos, sus dudas. Sobre todo, algo que me gusta mucho, es que ha habido una evolución en ellos. Al final de la película no eran las mismas personas, habían cambiado.
La parte artística me ha parecido muy acertada: buena fotografía, buenos planos y muy bien sincronizada imagen y banda sonora (algo crucial en películas de terror).

Lo único decepcionante ha sido el payaso de Pennywise. Este representa el miedo y a veces me ha producido más risa que terror. El anterior payaso siempre será más terrorífico



0 comentarios:

Publicar un comentario