domingo, 31 de diciembre de 2017 |

Navidad, amarga Navidad

Dicen las malas lenguas que yo era una niña risueña y alegre. Bueno, en realidad no es que sea un rumor sino que existen pruebas gráficas de ello. Las temidas cintas de VHS con grabaciones caseras. Resulta que antes de convertirme en la aguafiestas y puta borde que soy hoy en día, fui el alma de las fiestas.
Me encantaba la Navidad: el turrón, los mantecados, las cenas familiares, las doce campanadas, los regalos (este punto es importante). Vamos, yo vivía estas fiestas con intensidad, hasta viví mi primera borrachera a la tierna edad de cinco años (que ya conté en el blog). Pero aquí viene el dilema de ser el alma de las fiestas y el que el resto de tus familiares sean unos setas.


Todo mi afán en mi infancia fue crear mi propio programa en directo de Navidad y elaboraba guiones (sí, era una niña rarita y solitaria) en los que yo era la presentadora. Mi proyecto era representar el programa ante mis familiares. Claramente mi proyecto fracasó.

Lo único que creo que no me gustaba de estas fiestas era la cabalgata porque siempre me dio miedo acercarme a los Reyes Magos. Luego no tenía ningún inconveniente en que vinieran por la noche a dejarme regalos. Según mi madre, me daba miedo asomarme a la ventana a ver la cabalgata. Con eso lo digo todo. No fue hasta tener una edad algo avanzada hasta que empecé a bajar y mi propósito no era ver a sus majestades, sino "la caza del caramelo".

Con el paso del tiempo estas fiestas empezaron a resultar un fastidio, no olvidéis que para los universitarios es época de exámenes. Época en la que venía familia a casa, mi ruidosa familia. Tengo problemas para concentrarme, voluntad le pongo para estudiar, en serio. Puedo estarme cinco horas delante de los apuntes, otra cosa es que esas horas sean realmente productivas. Y ante esa situación no te queda otra que estudiar de noche. Para mí las vacaciones navideñas se convirtieron en largas noches de estudio, con varias tazas de café. Ahora viene la buena, intenta tú dormir durante el día, con toda la familia en casa gritando, y con tu madre yendo a la habitación gritándote "¡A la noche no vas a tener sueño!" Y era como, "¡de eso se trata, coño!"

Y ahora vendrá algún listo a decirme que por qué no me iba a la biblioteca. Porque no tengo un camión de mudanza: montañas de apuntes + diccionarios+ libros, etc. Algún año estuve mirando habitaciones de hotel para mudarme durante las vacaciones, pero lamentablemente siempre he sido pobre. Será que soy muy especialita para estudiar, pero yo necesito silencio y tranquilidad. Me inquieta oír pasos, a gente hablando de fondo. ¡Bastante me distraigo yo sola!

Creo que este es el origen de mi tirria a la Navidad. Y creo que la Nochebuena tiene un pase. Nosotros somos "cagaprisas" y para las 10:30 hemos cenado y requetecenado, así que para esa hora ya estoy libre de compromisos familiares. Me retiro a mis aposentos a leer, a ver la TV o a dormir. Según me plazca.  Pero ay, dios...la Nochevieja. Imaginaos, mis padres y yo que para las 10 (porque cenamos antes porque no tenemos que esperar a ningún familiar más) hemos cenado y requetecenado, y tenemos que esperar aperreados en el sofá hasta las 12, posiblemente viendo el especial de Sálvame Deluxe, o aún peor, algún programa tipo Cruz y Raya. Pasando una divertida noche en familia. Mi padre cabeceando en el sofá, yo mirando el reloj, mi madre absorta viendo a Jorge Javier y a Belén. Un planazo en toda regla.

Luego dicen que por qué no me gusta la Navidad.
sábado, 30 de diciembre de 2017 |

Peores y mejores libros de 2017

Llevo meses desaparecida en combate, digamos que no he pasado por los mejores momentos de mi vida. El 2017 fue un año que no pudo empezar mejor pero no está acabando lo bien que me gustaría. Y curiosamente en cuanto a lecturas tengo la misma sensación, empecé por la puerta grande leyendo libros que me entusiasmaron pero después no conseguí conectar con ningún libro que leía.  No voy a extenderme mucho con cada libro, si alguien tiene especial interés en que escriba una reseña sobre algún libro en concreto que me lo diga en los comentarios. No prometo complacerle, pero puede que me dé por ahí.
Como soy una pesimista por naturaleza, voy a empezar por lo malo.

PEORES LIBROS

La suma de los días, de Isabel Allende
Isabel Allende es una de esas autoras que marcaron mi adolescencia. Recuerdo que cuando tenía unos catorce años mi madre consiguió un ejemplar de La casa de los espíritus, que después pasó por las manos de mi hermana y por último por las mías. Ese fue mi primer contacto con la autora. Y siempre digo lo mismo, quizá hoy en día hubiera sido una novela que habría pasado por mí sin pena ni gloria, pero en su momento me impactó. Después llegaron sus otras novelas y algunas me gustaron mucho y otras no tanto. Siempre tuve la sensación de que me interesaban más sus obras autobiográficas que sus novelas de ficción. Sí, es mi secreto turbio, me encanta el género autobiográfico en especial si cuenta historias terribles sobre mujeres. Soy así de gore.
El caso es que estuve más de diez años sin leer nada de esta mujer, no por nada en especial, simplemente me atraían otras cosas. Este año decidí retomarla con este título, que siempre había estado en la lista de lecturas pendientes. En buena hora, en serio.

La suma de los días es una continuación de Paula, donde nos relata su vida después de la trágica muerte de su hija. Quizá esperaba otro La ridícula idea de no volver a verte de Rosa Montero o que fuese una novela sobre su duelo personal que la novela fuera una forma de catarsis para la autora. Pero no, en la novela no hay nada. Solo 400 páginas sin sentido, que no llevan a ninguna parte. O eso o es que no he entendido qué nos quería contar la autora.

La hija del caníbal, de Rosa Montero

Mira que a mí esta mujer me cae bien y generalmente me gusta lo que escribe. Me sorprendió con La carne, me emocionó con La ridícula idea de no volver a verte y me he llevado las manos a la cabeza con este libro. Si el caso es que en un principio pintaba bien. Yo prometo que las primeras cien hojas me resultaron entretenidas. Y he dicho muchas veces en el blog que el que algo sea entretenido no es algo automáticamente bueno. Hay libros entretenidos pero malos que no van a entrar en este top.

No recuerdo mucho el argumento, tan solo que el marido de la protagonista desaparece en unas situaciones muy extrañas y en algún momento de la trama, la historia empieza a degenerar con el trío más raro que se forma (resulta que la prota se hace amiga de un chavalín y de un anciano). Un chasco. 2017 es el año de los chascos literarios, sin duda.

En fin,  no puedo hablar demasiado de ella porque no recuerdo ni cómo acaba.

No soy un monstruo, de Carme Chaparro

Admito que este libro no fue una gran decepción ya que no tenía grandes expectativas hacia él. No conocía a la autora de nada y tenía claro que era un bestseller y poco más. Pues nada, una novelucha fresquita sin más pretensiones, para echar el rato. Esa era mi expectativa, no le había puesto el listón muy alto y ni con esas lo superó.

Argumento cliché, un niño desaparece en un centro comercial y su posterior investigación. Con una pasarela de personajes sinsentido, desdibujados, llegó un momento que me dio igual quién era el culpable. Con mucho es el libro más cutre que he leído este año.






MEJORES LIBROS

Las uvas de la ira, John Steinbeck

A esto se le llama empezar el año por la puerta grande. Bien grande además. Reconozco que lo empecé con mucho miedo, tenía las expectativas en la estratosfera. De hecho, aguardé unas semanas para leerlo, a ver si así conseguía calmarme las ilusiones. Cumplió todas mis expectativas y como rara vez ocurre, las superó.

John Steinbeck hace una fotografía de la Gran Depresión que vivió EEUU con el "crack del 29", provocando la caída del banco de Nueva York (Black Thursday). La historia arranca con Tom Joad saliendo de la cárcel y dirigiéndose a su casa y la ilusión de volver a ver a su familia. Pero su familia ha sido expulsada de sus tierras y deben emprender un largo viaje en carretera, desde Oklahoma a California, la tierra prometida, la tierra que emana leche y miel. Un viaje lleno de calamidades, de miseria y de hambre. Pero al llegar a California verán que no es oro todo lo que reluce.
No quiero revelar muchos detalles porque os pido que si no lo habéis leído, que lo hagáis ya. Es una novela sobrecogedora, que os encogerá el alma.


Las chicas, de Emma Clinne

Esta es una de las sorpresas del año. Típica novela que ves en la librería, de la que nunca has oído hablar de ella, pero sin embargo hay algo que te trae. Título simple pero impactante, Las chicas. Novela inspirada en los terribles crímenes de Charles Manson. Y cuando digo inspirada, me refiero a inspirada muy libremente. Tiene elementos comunes con la realidad pero los personajes son ficticios. Como supongo que habréis adivinado la novela se centra en las chicas, aquellas jovencitas que fueron manipuladas para cometer crímenes atroces.

Me parece que la autora, pese a ser jovencísima, hace un buen retrato de la adolescencia. Crea una novela redonda, con personajes profundos y no cae en lo puramente morboso. Que sí, que vale, yo soy una morbosa. Pero su historia es atrayente sin necesidad de ese gancho.

Americanah, de Chimimanda Ngozie Adichie

Una novela que disfruté mucho, aunque me duró poco en las manos. La presté y nunca más se supo. Sabéis que no tengo problemas para donar o regalar mis libros, no me siento especialmente atada a ninguno y creo que a los libros hay que darles la oportunidad de ser leídos por más personas. Algunos librLos miserables que me lo regaló mi amiga del alma Eli (y es el libro más grande que he leído), mi edición ilustrada de Platero y yo. Digamos que solo no me desprendería de un porcentaje pequeño, pues casualidad Americanah es una de esas excepciones.

No sé si habéis visto el discurso de esta señora de "Todos deberíamos ser feministas" y si me conoces y no lo has hecho que sepas que me parece fatal. Porque es muy probable que te lo haya mandado por distintas redes sociales.
Una vez más se nos presenta Estados Unidos, la tierra de las oportunidades. Una chica nigeriana, Ifemelu consigue una beca para irse a estudiar a EEUU dejando atrás su país y el amor de su vida, Obinze. Pero allí se dará cuenta que el color de su piel es un problema. Y no, no está ambientada en la década de los 50, sino en la época actual. Creo que hacía no mucho hablaba del machismo en el blog, que hoy en día no es tan fácil identificarlo, que de alguna manera "te la intentan colar". Pues con el racismo ocurre lo mismo. "Te la intentan colar". Os lo recomiendo, de verdad. No tiene desperdicio y os vais a enamorar de la historia y de los personajes.

Cómo ser mujer, de Caitlin Moran

Tengo por norma no comprar libros que ya he leído por otros medios. En este caso lo leí en el Kindle y no pude resistirme a comprarlo en papel. En un tono de humor, Caitlin Moran nos da un bofetada de realidad. La autora nos hace ver la importancia de ser feminista en el siglo XXI y no tiene pelos en la lengu
a para hablar de cualquier tema que nos atañe a las mujeres y tampoco se corta en decirte dónde los tiene.
Un libro que invita a la reflexión, que habla sin tapujos (el aborto, la maternidad, las bodas, el porno) y como he dicho hace un momento, la sociedad hoy en día te la intenta colar. ¡Si hoy en día no hay machismo¡ ¿No veis que tenemos derecho a voto?


Carta de una desconocida, de Stefan Zweig



Este libro bien podría llamarse "Carta de una acosadora". En tan solo 70 páginas, intensas y estremecedoras, el autor nos pone en la mente de una mujer obsesionada con un hombre al que no conoce realmente y cuya vida gira en torno a él. Como su propio título indica es una carta de esta mujer dirigida al susodicho. No quiero "spoilear" a nadie pero es visceral. Fue un regalo de Navidad y lo he leído esta semana. Una sorpresa para acabar el año.

Debo de ser una inculta



Con la idea de celebrar el vigésimo aniversario del Guggenheim, la principal atracción turística de Bilbao, se envió una entrada completamente gratuita a cada ciudadano residente en Vizcaya. Y claro, para una cosa que te dan gratis no vas a desperdiciar tal ocasión.

Yo confieso que había estado una vez, pero pensé que sería por mi corta edad por lo que no pude apreciar semejantes obras de arte que estaban expuestas. Pero si de niña era una absoluta inculta en cuanto al arte, hoy en día lo sigo siendo.

A mí, generalmente, el arte me remueve. Amo el cine y la literatura por encima de todo, pero con el arte moderno este que se han sacado un poco de la manga tengo un conflicto bastante importante. Yo el arte no lo veo por ningún lado, os pongáis como os pongáis. Arte es la Fontana de Trevi, La noche estrellada de Van Gogh, no un muestrario de colores para pintar la pared del salón.
Pues el caso es que mi madre, hace un par de meses, se nota que estaba un poco aburrida un viernes por la tarde y me propuso ir. Y a mí no me apetecía mucho adelantar trabajos del Máster, así que me animé. En buena hora, madre mía.

Entramos dentro del edificio y nos quedamos un poco descolocadas porque no estaba bien señalizado ni sabíamos muy bien dónde había que ir. Después de dar varias vueltas vimos a una mujer en una puerta dando gafas 3D a todo el mundo que entraba.

Esto promete. Me dije a mí misma con decisión. Expectantes de lo que iba a ocurrir nos adentramos en una sala a oscuras con una pantalla. Había proyectada una foto en blanco y negro. Y me dije a mí misma "bueno, pues pasará algo". Y ahí nos veis, a una panda de gilipollas mirando una foto del pleistoceno esperando que pasara algo. Y lo único que pasó fue el tiempo. De repente, reaccionamos y nos preguntamos qué demonios hacíamos ahí mirando como pasmarotes. Entonces, nos dirigimos a la entrada y devolvimos las gafas, no sin lanzar una mirada desafiante. La pobre mujer solo acertó a decir "ya lo siento, es que es así".

Pero como siempre digo, lo peor siempre está por venir. Nos dirigimos a la última planta donde se supone que estaba la parte interesante. Entramos en una sala con grandes cuadros que yo misma podría haber pintado en una noche de drogas y alcohol, con los ojos cerrados y con la mano izquierda. Lienzos gigantes que parecía que le habían metido un par de brochazos y ¡hala, a correr! Y eso no fue lo peor. ¿Recordáis la tejedora de vuestra infancia? ¿Esa con la que al menos yo hacía alfombras para la Barbie, porque para mucho más no servía? Ahí estaba una muy parecida, de madera. Y piensas ¿por qué me deshice yo de semejante joya, quizá ahora valdría millones y estaría expuesta en un museo? Para más deleite había unas cuerdas metidas en cubos. ¡No podía soportar tanto arte expuesto, en serio!

Puse las últimas esperanzas en la exposición tan promocionada de Bill Viola, de la que he visto carteles hasta la saciedad. Entrabas en una habitación a oscuras con una proyección de gente paseando por un bosque. Pequeñas fotos en movimiento, sin ningún sentido o al menos yo no se lo supe ver.

La visita terminó con una advertencia de mi madre: "vámonos, que creo que me está dando un cólico nefrítico". Acabamos en urgencias aquel día. Y no me extraña, no me extraña. Tanto arte no debe ser sano para la salud.