viernes, 24 de julio de 2020 |

Terror a los exámenes: cuando el profesor no te cree y la sociedad te mira por encima del hombro (Confesiones IV)

La primera vez sucedió en primero de carrera. Era un examen de latín, me parece que traducíamos a Ovidio. El profesor me dio el examen, y bueno, yo había estudiado. Sabía que no iba a sacar una matrícula, pero no había ninguna razón para pensar que iba a suspender. Sin embargo, algo que no sabría explicar sucedió: el texto de Ovidio era demasiado grande y yo demasiado pequeña. Era como si mi mente hubiera sido encerrada bajo llave. Era yo y a la vez no lo era, era un cuerpo sin alma, sin capacidad de raciocinio. Me sentía como un conejillo blanco a punto de ser devorado por una boa constrictor, como si estuviera a punto de ser engullida por una ola gigante.  Solo pude hacer una cosa: huir.

Bueno, un mal día lo tiene cualquiera. ¿Quién no se ha bloqueado en un examen? Podía presentarme a la recuperación, tenía la asignatura ya preparada y solo tenía que repasarla. Ojalá la vida fuese tan sencilla, pero lo cierto es que ese bloqueo en latín solo fue el principio de una pesadilla. Quizá es que me tomo demasiado en serio los estudios, que me tomo la vida demasiado en serio. O que soy demasiado insegura, o demasiado fatalista. ¿Quién sabe? Sea lo que sea, hoy volví a soñar que estaba en la universidad y reviví ese horror. Por eso me gustaría compartir mi experiencia con los demás, porque creo que esto es un tema tabú o que muy poca gente cree que sea cierto.

Creo que yo nunca sería una excelente estudiante. Reconozco mis defectos, uno de ellos es que soy despistada. Muchísimo. No creo que pudiera sacar dieces, siempre habría algo que no he leído con suficiente atención, algo que se me olvidó estudiar, que se me olvidó escribir. Además, ya he dicho que yo no me adapta a este sistema educativo, pero esto sería otro tema. En definitiva, aunque tenga muchos factores en contra, creo que no tengo demasiada dificultad para aprender, comprender y memorizar. Y no penséis que soy una persona ególatra y con un alto concepto de mí misma. De hecho, tiendo a infravalorarme. Lo que estoy tratando de explicar es que creo que mis caóticas notas nunca reflejaron mis conocimientos.

No sé si mis métodos de estudio son los correctos. No obstante. mi método no dista demasiado de lo que recomiendan los expertos. Sin embargo, leí y profundicé en el tema. Y es que cuando me empezó a ocurrir aquello, pensé que a lo mejor no estudiaba lo suficiente. Mis jornadas de estudio eran tan intensas como poco productivas. Lo que he aprendido es más fructífero estudiar poco y bien, que mucho y mal. Recuerdo horas de agotamiento delante de las traducciones, de los apuntes. El dolor de espalda, de costillas, de ya no saber en qué postura ponerse. Los nervios, la ansiedad de cuando la fecha del examen se acerca. Me echaba a temblar y lo estudiado se quedaba encerrado en el ático y no quería salir. Según los expertos, la noche previa al examen se debe descansar, pero yo no podía permitirme eso. Tenía que evitar el desastre fuera como fuera. Dormía apenas un par de horas, y el cansancio se acumulaba a la presión. Sin embargo, trataba de autoconvencerme de que me iba a salir bien. Había estudiado, ¿por qué no iba a salir bien? Al inicio del examen mi ánimo se venía arriba y por un momento, pensaba que todo saldría bien. Luego, todo se venía abajo. Mi esfuerzo se iba por un desagüe, y la sensación de derrota era devastadora.

Ahora, trata de explicarle a alguien que tu nota es un 2, pero que lo habías preparado. Puede pasar dos cosas: o que no te crea, o que piense que eres tonto y que no eres válido para los estudios. Yo no pienso que las personas definan a las personas, pero en el ambiente académico sí las definen. De ellas dependen tu credibilidad ante al profesor o ante los compañeros. Cuéntale al profesor que habías estudiado para el examen que dejaste prácticamente sin escribir. No va a creerte, de ninguna manera, solo queda bajar la cabeza y dejar que te llame tonto o vago.Los profesores, en general, consideran al alumno digno discípulo del Lazarillo de Tormes: un pícaro que hará todo lo que esté en su mano para aprobar sin tocar un libro. Claro está que mediante el engaño, la manipulación y miles de argucias.  No dudo que en muchos casos sea así. No obstante, pienso que quedarse en que "los alumnos son unos vagos" es tener una visión muy simplista de la realidad. O peor, "son mediocres"

 Y así es como empecé a pensar que a lo mejor es que yo era tonta, que no tenía capacidad para estudiar, que fue la Universidad había sido un error garrafal.

Salir de ese infierno y de esa espiral no fue tarea fácil. Además de  aprender a tomarme las cosas con más calma, tuve que tomar decisiones difíciles. Tuve que mentalizarme de que tenía que estudiar como para sacar un 10, teniendo en cuenta que, como he dicho, yo no soy alumna de 10. Sabía que un 50% de lo aprendido el día del examen no podría sacarlo de mi cabeza, así que tuve que asegurar el 5. Por poner un ejemplo: teníamos una asignatura en la que se traducía "tragedia griega". Literalmente me encerré en la biblioteca durante dos meses, de nueve de la mañana a seis de la tarde, con un descanso de 10 minutos para comer. Me preparé unas cuatro tragedias a conciencia (traducción y comentario) y antes de dormir, leía tragedia para conocer bien el argumento de las obras. Si no tenía suficiente con eso, me grababa leyendo lo traducido para escucharlo en los pocos ratos libres que me quedaban (por si en el examen caía justo eso).

No trato de victimizarme en esta entrada. ¿Para qué? ¿A quién le importa? ¿A mis compañeros que copiaban en los exámenes pero me miraban por encima del hombro? Solo quiero contar mi experiencia, porque me imagino que yo no soy la única en el mundo a la que le ha ocurrido. No he encontrado mucha información sobre este tema en la red, y si alguien está en esa misma situación, me gustaría que encontrara consuelo en mis palabras y que sepa que no está solo.

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