martes, 30 de octubre de 2018 |

Caperucita Roja (Especial Halloween)

 "Los años pasan y son tantas veces que he contado la historia, que ya no sé si la recuerdo de veras o si solo recuerdo las palabras con que la cuento" Borges
                                                                  


Os sorprenderá que haya escogido el tema de Caperucita Roja como especial de Halloween. Me diréis que se os ocurren muchos clásicos de terror para analizar, a saber, Frankenstein, El retrato de Dorian Gray, Drácula, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Otra vuelta de tuerca, entre otros muchos títulos. Sí, a mí también me parece que la literatura gótica es un buen tema para tratar en un blog principalmente literario en Halloween.
Pero no voy a hablar del cuento que todos conocemos y que a todos nos contaron antes de dormir, voy a ir mucho más allá. Voy a rastrear sus orígenes, sus distintas versiones. Los cuentos originales son mucho más escabrosos que las versiones de Disney, de hecho, haciendo un repaso por la filmografía de la factoría veremos una clara evolución. Comparad Blancanieves o La bella durmiente con Frozen, por ejemplo. O comparad Bambi o Dumbo con Rompe Ralph. Comprobaréis que estas últimas películas son más inocentes, menos oscuras. Y es que cada vez se tiende más a la sobreprotección de los niños. Aunque es cierto que los problemas a los que tenía que enfrentarse un niño en la actualidad -al menos en la sociedad occidental- no es lo mismo que a lo que debía enfrentarse un niño de la época medieval o un niño judío de la Segunda Guerra Mundial.

En primer lugar, tenemos que olvidarnos de que nosotros vivimos en una sociedad cuya cultura es escrita (ya sé que es algo debatible porque me podríais decir que es una sociedad audiovisual). Pero en cualquier caso, olvidaos de nuestra época e intentad viajar en el tiempo: sin Internet, sin radio, sin televisor. Y tened en cuenta un detalle: hoy en día la alfabetización en nuestra país ronda el 98% y quien más o quien menos ha tenido oportunidad de ir al colegio y de aprender a leer. Otro debate sería si la gente entiende lo que lee, pero no es el tema. Pero situémonos en ese viaje hacia atrás en el tiempo, la mayoría de personas normales y corrientes no tenían ni acceso a la educación ni tampoco sabían leer. No podían acceder a la prensa, ni leer libros, era una sociedad en la que la oralidad tenía muchísimo peso, era la única manera de transmitir un mensaje.

Si hay algún filólogo clásico leyéndome le sonará demasiado el ejemplo que voy a exponer, el de los poemas homéricos. Los demás, si tenéis algún ejemplar de la Ilíada o la Odisea, os invito a que los cojáis en vuestras manos. Pesan, ¿verdad? Muchos caeríais en el error garrafal de decir que "Homero escribió la Ilíada y la Odisea", y no porque aun se dude de la autoría de los poemas, sino que porque deberíamos decir que "Homero compuso" porque allá por el siglo VIII, en época de Homero, la escritura era un mero soporte para elaborar listas de víveres o enseres. Un ejemplo actual, la lista de la compra. Los poemas homéricos fueron compuestos de forma oral y se transmitían de la misma manera. Curiosamente, hay estudios científicos que postulan que las personas analfabetas tienen una capacidad de memoria muy superior al de personas que saber leer y escribir. Y digo curioso porque estas personas al alfabetizarse pierden todas sus facultades de memorización.

Teniendo esta parte clara, decir que definimos el cuento de hadas como una narración breve que con elementos de fantasía que pretenden dar una enseñanza. ¿Y qué tiene esto que ver con Homero? Pues que los cuentos aparte de entretener tenían la función de ser didácticos en una sociedad con poco acceso a la palabra escrita. Se transmitían oralmente de padres a hijos, de hecho seguramente pidas a una clase de veinte niños que te escriban el cuento de "Caperucita" y no habrá dos versiones iguales. Por ejemplo, mi abuela me contaba el cuento de Hansel y Gretel y la casa de la bruja en vez de chocolate y azúcar era de pan y pimiento. Hay ciertos cuentos que no serían extrapolables a esta diversidad de versiones porque el imaginario de Disney nos ha transmitido sus propias versiones de algunos cuentos (Blancanieves, Cenicienta, La bella durmiente, La sirenita) que aceptamos como únicas y verdaderas.

Como he dicho, los cuentos tienen una intención didáctica, moralizante y son necesarios para la evolución y madurez del niño. Los cuentos transmiten mensajes directos, implícitos y simbólicos, al alcance de sus pequeñas (pero a la vez grandes) mentes. Algunos cuentos se presentan en forma de advertencia de lo que el niño puede encontrarse a lo largo de su vida, en cierto modo son como una preparación para situaciones en las que puede llegar a encontrarse, pero se las presenta de un modo más simplista que la realidad. Cada cuento plantea una consecuencia a un acto moralmente cuestionable, por ejemplo, en el cuento que vamos a analizar, Caperucita no sigue las instrucciones que le da su madre de no desviarse del camino.

Por supuesto, el cuento tiene que tener un final feliz para el héroe y el malvado tiene que recibir un castigo. ¿De que otro modo podríamos impulsar a los  niños a portarse bien si no les presentamos el mundo como algo justo (aunque los adultos sabemos que no lo es)? . Además, el niño desea que el destino del cuento sea el mismo que este pretendía para el héroe. Por ejemplo, en Hansel y Gretel, la bruja quiere cocinar a los niños y finalmente, esta cae en el horno. Es necesario para el niño que al final el orden se restablezca en el mundo, que el mal sea eliminado del mundo del héroe.

Buscando información para esta entrada me ha parecido interesante la información obtenida acerca de la simbología. En los cuentos más clásicos (no sé si esto sería extrapolable a los cuentos más  modernos) que el protagonista sea un niño representa el desarrollo moral, mientras que si la protagonista es una niña representa el desarrollo sexual de la misma. Las brujas, las madrastras representan a las madres y el "complejo de Edipo", etapa en una niña en la cual manifiesta amor por su padre y rivalidad por su madre. Por contraposición, tenemos a los gigantes, brujos, reyes que representan el "complejo de Electra" (el caso contrario al de Edipo). También tenemos a un personaje recurrente "el leñador o cazador" que representa a los hermanos mayores, una figura masculina paternal.

Centrándonos más en el quid de la cuestión, la primera Caperucita de la que se tiene constancia es medieval y se le atribuye a un tal Egberto. Escribió un breve poema en latín con una versión distinta pero con un dato que lo hace reconocible: la prenda roja que porta la niña. En este poema están ausentes la madre, la abuela y el cazador. Por lo tanto, no tenemos el elemento de la cesta ni hay dos caminos para elegir. Caperucita se adentra en el bosque y un lobo la caza para llevársela como comida a sus lobeznos. La moraleja que se saca de esta historia es que es una imprudencia adentrarse en el bosque.

Pero antes de Perrault circulaba otra versión del cuento por Italia y Francia, denominada "La falsa abuela". Empieza como el cuento que todos conocemos, pero al encontrarse al lobo, este le da dos caminos como opciones: uno de alfileres y otro de agujas. El lobo llega a casa de la abuelita antes que la  niña y la mata, la descuartiza, se come su carne y se bebe su sangre aunque deja una parte en la despensa. Cuando Caperucita llega, le ofrece la carne y la sangre. Entonces le pide que se desnude y se meta en la cama con él. Ella se despoja de su ropa y la arroja al fuego. Una vez acostada, comienza el diálogo que todos sabemos de: "abuelita, abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!". Cuando el lobo pronuncia las palabras "¡Es para comerte mejor", la niña se da cuenta del engaño. Esta le dice al lobo que quiere ir al bosque a hacer sus necesidades y como no se fía de ella le ata un hilo al pie. Este se rompe y ella logra huir.

Lo primero que quiero decir, es que hay una clara connotación y simbolismo sexual en este cuento. Aunque los niños no lo perciban de este modo y se queden con el "no te fíes con desconocidos" y "no desobedezcas".  Recordemos que el que la protagonista sea niña simboliza el desarrollo sexual. La caperuza es del color de la menstruación, representa la menarquia y la pubertad. Al igual que en Blancanieves aparece el mismo significado pero representado mediante el símbolo de la manzana, o en el caso de La bella durmiente, la sangre al pincharse con la rueca. Como dato curioso, en las historias en las que transcurren varios años durmiendo a causa de un hechizo, ese despertar por el primer beso de un príncipe es el despertar sexual de la joven.

El hombre-lobo, como habéis podido adivinar, simboliza al hombre seductor (con connotaciones negativas, claro está). La niña, en este caso, mantiene una actitud activa y no se asusta de lo desconocido, le atrae el mundo exterior y ahí radica el peligro. Esa actitud ante lo desconocido también representa la adolescencia, esa etapa en la que se quiere descubrir el mundo por cuenta propia y no se piensan en los riesgos que se corren.  Esta historia iba dirigida a un público adulto y por lo tanto, no tiene moraleja.

Perrault, en cambio,  nos presenta a una niña indefensa a la que su propia sexualidad la pone en peligro. La figura del hombre-lobo también tiene esa connotación sexual, representa el peligro. Esa sexualidad de la niña no se aprecia en la historia que nos relata los hermanos Grimm y el lobo es un simple animal salvaje que quiere saciar su hambre, saciar su instinto y por eso se come a la abuela y a la niña. Los hermanos Grimm añade el personaje del cazador (figura paternal).

En cuanto a la simbología de los objetos, Perrault nos describe una cesta con una torta y una orza de manteca, que nos evocan a los ritos de iniciación dedicados a las divinidades femeninas como Atenea o Ártemis. En cambio, los Grimm hace que la niña porte vino y pastel. La madre insiste mucho en que tenga cuidado en no romper la botella. ¿Adivináis que simboliza la botella? La virginidad de la joven.

Si nos referimos a los lugares, nos encontramos el pueblo y la casa de la abuelita, que Caperucita reconoce como lugares seguros. Representan los lugares, en la vida adulta y en la infancia. Por contraposición, tenemos el bosque, el lugar donde habitan fieras salvajes y simboliza el camino a la iniciación.

El mensaje que quieren transmitir tanto Perrault como los hermanos Grimm son distintos. El primero quiere dar una advertencia a las jovencitas, provocarles miedo y que tengan cuidado con los hombres. En cambio, los mencionados hermanos no quieren asustar a los niños, sino educarlos en valores. Para ellos, esta historia tiene una finalidad didáctica.

Espero que os haya gustado esta entrada, me he dejado mucha información en el tintero pero prefiero sintetizar y que sea algo más corto. Me gustaría que me dijerais en los comentarios qué versión del cuento os contaban a vosotros, si creéis que hoy en día se les sobreprotege demasiado a los niños, cuáles son vuestros planes para Halloween.  Me despido con una canción, "Caperucita" de Ismael Serrano, y como siempre, os pido que si os ha gustado la entrada me sigáis por mis redes sociales y me sigáis en el blog.


lunes, 29 de octubre de 2018 |

El trío de la ouija (Especial Halloween)

La infancia es una etapa de la vida que se tiene difuminada, es un espacio de años borrosos que se clarean con lo que te han contado, lo que has visto en fotos y en vídeos. Haced la prueba e intentar imaginar vuestra etapa escolar, tan solo recordaréis pinceladas y algunas situaciones concretas. Al menos yo, tengo recuerdos como si fuesen recortes de viejos periódicos, que no puedo ordenar cronológicamente. Pero la historia que os voy a contar hoy la recuerdo como si fuera ayer. 

Nos situamos al final de sexto de primaria, aun me quedaban un par de meses para cumplir los doce. Por entonces, me juntaba con una niña de mi clase, llamémosla "X" porque no sé qué fue de ella (bueno, sí sé, porque soy una stalker profesional, pero oficialmente no sé nada) y no tengo su permiso para mencionarla. Y no sé si a los demás les ocurría lo mismo, un día de repente te volvías  amiga del alma de otra niña durante unos cuantos días y después ya no volvíais a hablaros. Eso nos pasó con "S", que la conocíamos de judo (sí, yo hacía judo, creo que lo conté en otra entrada). Las tres fuimos "el trío de la ouija"

 Por aquella época yo era muy fan del terror, mis películas favoritas eran "El exorcista", "La matanza de Texas", "Scream" y mis libros de cabecera eran los de Stephen King. ¿Quién me iba a decir que años después pasaría de ser "La reina del Terror" a "La reina del Drama"? Que cambiaría el cine de terror por el cine independiente, por el cine de autor, por el dogma.. Si ahora no me falta imaginación, con once años era pura fantasía. Era la época de las leyendas urbanas, de los cuentos de terror, creo que todos pasamos por esa etapa de la infancia, que nos da morbo lo desconocido, lo del más allá.

¿No recordáis la leyenda urbana de "Verónica"? Si dices tres veces "Verónica" delante de un espejo aparece la susodicha y te mata con un cuchillo. Los niños de ahora son más snobs y cuentan la leyenda de "Bloody Mary" que es la versión americana. Pues creo que a partir de contar esas leyendas surgió la idea de hacer la ouija. 

Como he dicho, era final de curso, los días previos a San Juan. Una noche mágica, que en la actualidad la paso como una noche más, pero en mi infancia salíamos a la calle a ver las hogueras. Las pandillas del barrio hacían cada uno su hoguera y su "merendola" particular. El modus operandi que teníamos "X" y yo era el de acoplarnos a algún grupo que ya lo tuviera todo montado y aportar un paquetito de patatas fritas a cambio del bizcocho, tortilla, sandwiches y el chocolate que aportaban los demás. Éramos ya espabiladas.

Pues nada, que me voy por las ramas, decidimos hacer la ouija en el portal de "S". Pusimos una regla no escrita, una de las tres no jugaría por si nos pasaba algo a alguna de las otras dos. Vamos, que si una fuerza maligna apareciera, pensaría "ah, vale, tú eres caballito blanco. Venga, vete a la policía y cuéntales lo que está pasando, a ver si te creen".  Hicimos un tablero muy cutre con una hoja de papel, con el abecedario y con lo típico: "sí", "no" y no me acuerdo qué más. Lo raro es que no apareciera algún espíritu a darnos un guantazo por cutres, porque ¿qué nos costaba coger una tabla de madera, que estábamos en días previos a la sanjuanada? No creo que fuera algo que nos hubiera costado mucho esfuerzo conseguir. 

Imaginaos la situación, las tres en el portal, "S" y yo con el cutre-tablero y "X" de "caballito blanco". Invocamos al espíritu y la moneda, que seguramente sería de cinco duros porque ya he dicho que éramos muy cutres, y empezó a moverse. ¡Oh, magia! Hicimos la típica pregunta de: "¿hay alguien ahí?" Y nos respondió que sí. No me acuerdo qué le preguntamos con claridad, no me acuerdo qué inquietudes se tienen a esa edad. Yo le pregunté si algún día sería escritora (porque mi gran sueño siempre fue ser escritora) y me dijo que sí, que un día publicaría un libro que se llamaría "La triste Verónica". Y unimos conceptos, como la Verónica de la leyenda urbana. Pero la pregunta estrella es (fijaos nuestros problemas en aquella época) es a hasta qué hora nos dejarían salir nuestros padres en la sanjuanada. El espíritu nos dijo que a las doce. 

Y en medio del asunto, se me ocurrió decir "Si estás ahí, haznos una señal". De repente, escuchamos cómo cayó algo de una ventana. El "caballito blanco" corrió y galopó a ver qué había sucedido. ¡Alguien en el momento preciso había dejado caer un yo-yó de una ventana! ¿Casualidad? Misterios de lo oculto. Habría que llamar a Iker Jiménez.  Y entonces, empezó el terror. El espíritu no nos dejaba abandonar la sesión de ouija, "S" y yo estábamos en peligro, "X" estaba muy segura. Ella tiraba la piedra pero escondía la mano. Al final a la fuerza esa que nos hablaba del más allá le dimos pena y nos dejó irnos. 

Para concluir, debo decir que sí, el espíritu acertó. No nos dejaron quedarnos más de las doce la noche. El trío de ouija se disolvió y nunca volvimos a juntarnos con "S". Aquí paz y después gloria.

Si habéis vivido alguna experiencia paranormal, contádmela en los comentarios y si os ha gustado la entrada, seguidme en el blog y en mis redes sociales.  




miércoles, 17 de octubre de 2018 |

"Que sienta que se muere"

Si eres filóloga clásica parece que se espera de ti que seas una loca apasionada de la novela histórica ambientada en la Antigua Roma. Pues os voy a decepcionar,  no lo soy. No me gusta demasiado la novela histórica. Sí que he leído alguna pero es un género en el no me muevo a gusto. Si quiero conocer más sobre el siglo XIX prefiero leer a las hermanas Brontë, si quiero saber más sobre Grecia Clásica leo a Homero. Al fin y al cabo, la literatura es una fotografía de la sociedad.
Además, no me gusta la "acción" sino que me gusta disfrutar de la narrativa, de la descripción de los personajes, de la esencia del ser humano. Me gusta la literatura intimista, de personajes, de esa que no suceden grandes hechos pero que llegan al alma. Por eso tenía muchas ganas de leer "Calígula" de Albert Camus, de la cual había visto su puesta en escena hace bastantes años. Bueno, porque el autor ahonda en el personaje de Calígula y como ya dije en mi anterior entrada "a mí me va el morbo". Pero seguramente, a esa parte de mis lectores que son un poco estúpidos (que espero que sea un porcentaje mínimo) ni le suena, así que voy a dar unas breves pinceladas sobre quién fue.

¿Quién fue Calígula?

Cayo Julio César Augusto Germánico (más conocido como "Calígula", es decir, "botitas"), nacido en el año 12 d.C., fue el hijo varón más pequeño de sus padres Agripina y Germánico. Fue criado en un campamento militar y se paseaba con un traje militar que le había hecho su madre. Su padre, Germánico, era considerado un héroe a la altura de Alejandro Magno y para la desgracia de Calígula los adultos no representaban una figura de autoridad, sino que estos se arrodillaban ante él.

Por aquella época, el Imperio Romano estaba bajo el mando de Tiberio y este se sentía constantemente amenazado por la presencia de Germánico, el siguiente de la línea de sucesión al trono. Este era mucho más querido y carismático que él. Aunque no tenemos pruebas fehacientes de que Tiberio lo mandara matar, Suetonio así lo piensa. Los antiguos nos han transmitido un dato del que se puede sacar conclusiones: que antes de morir echaba espuma por la boca y hoy en día sabemos que esto lo provoca el envenenamiento por arsénico.

Como es lógico, la muerte de Germánico tiene un fuerte impacto sobre Calígula. Tras este hecho, se va a vivir con su abuela y no tenemos ninguna fuente que revele nada sobre esa época. Pero un hecho estaba a punto de marcar su vida, Tiberio lo hace llamar a la isla de Capri, un lugar marcado por el horror: asesinatos, violaciones, pedofilia, todas las perversiones que se te ocurran. Esta experiencia fue determinante para el joven Calígula, quien aprendió que la vida no tiene ningún valor. Algunos postulan que podría haber padecido una especie de síndrome de Estocolmo (no perdáis de vista que el creía que el propio Tiberio fue el asesino de su padre) y de alguna manera aprendió de él y empezó a desear lo que él tenía. Poco después, Tiberio murió ¿y a que adivináis quién fue el principal sospechoso? Gemelo, nieto de Tiberio, era el sucesor al trono pero debido a su corta edad, Calígula tomó el relevo.

Y llegamos al año 37 d.C., con un Calígula de veinticuatro años y el mundo en sus manos. Abandonó la isla de Capri y se dirigió a Roma, y digamos que en un principio se ganó el cariño del pueblo ya que se dedicó a complacer a las masas. Los historiadores dicen que en sus primeros meses de reinado hizo una buena gestión del Imperio Romano pero el joven emperador sufrió un cambio muy brusco en su personalidad. En poco tiempo, comenzó el Imperio del Horror al que se le atribuyen numerosas atrocidades propias de un maníaco.
Existen diversas teorías sobre la supuesta enfermedad que sufría Calígula porque nos han transmitido que padecía fiebres muy altas, insomnio, etc. y que a raíz de eso su carácter cambió. La medicina actual nos ofrece algunas teorías que podían esclarecer este dilema. Se barajea como opción que el exceso de alcohol y sexo contrajera el virus del herpes y esto le provocara una encefalitis. Esta lesión provoca daños en los lóbulos centrales del cerebro provocando grandes cambios de personalidad, así como euforia, agresividad, emociones extremas. Solo hay un dato que nos desmonta esta teoría, en la actualidad, el 75% de los enfermos de encefalitis muere. Hace dos mil años es muy improbable que sobreviviera.

La pieza clave de la siguiente teoría es el vino, pero no de la manera que podríamos llegar a imaginar, sino que lo podemos atribuir a un colorante que utilizaban los romanos para endulzar el vino llamado defrutum. El problema no es el ingrediente en sí, sino el cómo se hacía. Se elaboraba en una olla de plomo puesto que los antiguos ignoraban el peligro del plomo para la salud. Una intoxicación de este estilo podría dar lugar a cambios de personalidad. Pero claro, es una verdad universalmente conocida que los romanos eran muy dados a la bebida y que entonces sería un problema muy habitual, sin embargo Filón nos cuenta que bebía en exceso, hasta demasiado para un romano.

¿Una personalidad narcisista? Entendemos como persona narcisista a alguien que tiene un exagerado concepto de sí mismo, que se da muchísima importancia, exagera sus logros, etc. Los psiquiatras dicen que una personalidad narcisista puede ser un indicio de psicopatía. También sabemos que no todos los psicópatas son asesinos en serie, algunos son personas que ejercen puestos de poder muy importantes. Pero si tenemos en cuenta la infancia traumática de Calígula, esa orgía de sangre en la que se vio envuelto en su estancia en Capri, no es de extrañar que si esa tendencia psicópata le venía de serie, acabara siendo uno de los mayores sanguinarios de la historia. La verdad nunca la sabremos. Porque no hay que creerse todo lo que nos han transmitido los antiguos. A Suetonio no hay que darle demasiada credibilidad ya que le separaron setenta años de distancia del emperador. Imaginaos que ahora una persona escribiera sobre la Segunda Guerra Mundial, pero este tenía aún menos datos y menos fuentes a las que recurrir.

La muerte de Calígula me recuerda a un poco al final de Julio César. Calígula fue asesinado por un complot de la Guardia Pretoriana liderado por Casio Querea. Vamos, como se suele decir, muerto el perro se acabó la rabia.

"Calígula" de Albert Camus

Esta obra fue estrenada en 1945 y es una de las más conocidas obras del Premio Nobel Albert Camus. En su obra nos presenta al emperador Calígula, que al enterarse de la muerte de su amada hermana Drusilla (que se la tiraba, por si a alguien le quedaba duda) ha huido de la ciudad y no lo logran encontrar. Pero poco después reaparece y ha tenido una revelación, ha descubierto la absurdidad de la vida.

A mí la filosofía nunca me gustó mucho - ni se me dio bien- pero Camus postulaba que la vida es absurda (aunque no creo que haya que ser filósofo para darse cuenta). Tan absurda como el "castigo de Sísifo" (para los incultos, Sísifo es ese al que se le condenó eternamente a subir cuesta arriba por una ladera empujando una roca). Tan absurda que su gran cuestión es por qué no nos suicidamos (algo que me pregunto yo todos los días.

Lo que me gusta de esta obra es la vuelta de tuerca que le da al personaje de Calígula: de la idea de que es un maníaco despiadado a ser quizá, el que más cuerdo está de los que le rodean. Calígula desea lo imposible, lo infinito, lo inalcanzable y Camus representa ese deseo como la luna.

Si queréis una lectura corta pero filosófica, sin ser tediosa (ya he dicho, que no soy muy amiga de la filosofía) os recomiendo que le echéis un ojo. Si tenéis ocasión de verla representada mucho mejor.

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lunes, 8 de octubre de 2018 |

En el corredor de la muerte, de Nacho Carretero (Caso Ibar)

Soy morbosa, lo admito. Peor sería no reconocerlo. ¿Un buen plan para una tarde de domingo? Ver un documental sobre Ted Bundy, escuchar la conspiración sobre el caso Alcásser. ¿Que tengo mente psicópata? Pues lo heredé de mi madre. O quizás de mi padre. Sea lo que sea, mi hermana también lo heredó. Somos una familia de morbosos.

¿Reportaje de"El caso Asunta"? ¿Dónde está Madeleine? ¿El violador del ascensor? Ahí nos juntamos los cuatro, en plan familia feliz, discutiendo y discurriendo teorías sobre si fue un crimen pasional o si hubo dinero de por medio. Podríamos montar un CSI Astrabudua y resolver crímenes. Al fin y al cabo, en familia todo es mejor.

El tema de la pena de muerte, en cuanto al morbo se refiere, es uno de mis favoritos. Me aterroriza y me intriga a partes iguales. Que te pongan día y hora para morir, sin poder evitarlo, no ver más allá de ese día, enjaulado, notar cómo se te escapan los minutos entre los dedos...¿no es terrorífico?

¿Estoy a favor de la pena de muerte?  Os preguntaréis. Y aunque en el tema del aborto me declaro a favor, me declaro en contra de la pena de muerte con matices. Y es que, en este caso, puedo llegar a entender el lado contrario. No comprendo al que desde el sofá de su casa ve el telediario y pide la pena de muerte y grita: "¡a la hoguera!". Porque enseñar que no hay que matar matando es cuanto menos contradictorio. Puedo llegar a entender a los padres de un niño asesinado que pidan la pena de muerte, que deseen tomarse la justicia por su mano. Pero nos guste o no, ya está la justicia para pensar por nosotros cuando no podamos hacerlo objetivamente.

¿Y a que viene este rollo? Pues por el último libro que he leído, "En el corredor de la muerte" de Nacho Carretero (autor de "Fariñas"), que nos narra el caso de Pablo Ibar. No merece la pena gastarse veinte euros en ese libro. Merece más la pena buscar de segunda mano (porque está descatalogado) el libro de "Memorias del corredor de la mujer" de Joaquín José Martínez.

No entiendo la intencionalidad del libro (salvo sacar dinero) porque a día de hoy es un caso que no está resuelto y el libro no aporta nada nuevo que no sepamos ya, nada nuevo que no hayamos visto en un reportaje. A día de hoy, más de veinte años después él mantiene su inocencia. ¿Acaso iba a reconocerlo?

Podría haber sido un alegato en contra de la pena de muerte, un alegato en contra del sistema judicial de EEUU. Como europeos tenemos una forma distinta de pensar, tenemos la idea de que la cárcel tiene que tener como objetivo la reinserción en la sociedad, y esto es un cuento muy bonito pero sabemos que no es posible siempre. Por el contrario, para EEUU la cárcel es un castigo y no tiene como finalidad la reinserción. La mayoría de la población está a favor de la pena de muerte porque el gobierno ha hecho ahínco para que esto sea así.

Tengo pendiente escribir una entrada sobre la pena de muerte en EEUU (en plan morbosa, con métodos de ejecución, cómo es la vida dentro del corredor) pero más adelante, que eso lleva tiempo. Contadme si habéis leído el libro, si estáis a favor de la pena de muerte. Pero no quiero hablar mucho más del libro porque es un caso que judicialmente no está resuelto, no sabemos si es inocente o culpable y yo no soy quién para juzgarlo. En la actualidad, Pablo Ibar ha salido del corredor y se encuentra en prisión a la espera de un nuevo juicio.

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