viernes, 15 de septiembre de 2017 |

Mi experiencia con el alcohol

En cuanto al alcohol tengo una regla de oro inamovible: yo solo bebo si me invitan. Esto que estás con unos amigos y te dicen: "oye, ¿quieres pegarle un traguito?" Y yo "bueno, si no tengo que pagar, pues dale.."
Pero mi primera borrachera fue a una edad muy muy temprana. Y ahora me dirá algún listillo: "pues yo con 12 años ya hacía botellón". Pues mira, la mía fue a mis tiernos cinco años.
Una Nochevieja en casa de mis abuelos. Algún familiar había comprado bombones de licor y los había dejado en un sitio a mi alcance. No sé quién fue, pero chico, menudas ideas de bombero. Esto llega a pasar en 2017 y a lo mejor me llevan los servicios sociales. Pues el caso, yo siempre he sido una golosa y en Nochevieja que se come sin control, cogí por banda la caja de bombones. Imagino que nadie vigilaba y dije "¡esta es la mía!". No sé qué grado de alcohol tendrían esos bombones, pero lo suficiente para emborrachar a mi cuerpecillo de cinco años. O lo suficiente para agarrarme el "puntillo" y dar por culo toda la noche.
Ese día hice un gran espectáculo en el salón para toda mi familia: canté, bailé, conté chistes...Gritaba a los cuatro vientos: FELIZ AÑO NUEVO!!!!! FELIZ AÑO NUEVO!!!! Quien me conoce sabe que soy la cosa más sosa que existe. En las fiestas soy de las que se quedan en un rincón sentada y rara vez abro la boca. Yo en realidad no me acuerdo de esto (¿Qué cojones me voy a acordar?), y no lo sé porque me lo haya contado mi familia, sino por algo mucho peor. Está grabado en vídeo. Mis canciones, el show de mi vida mientras que mis padres, mis abuelos, mis tíos intentaban no quedarse dormidos, con cara de.. ¿Por qué no se duerme ya?. Y eso no es lo peor, después de una buena cogorza viene una buena resaca, y mi despertar también se grabó en vídeo. No me acuerdo bien, pero ese día creo que me quería explotar la cabeza. En un VHS de mi casa, guardado en un lugar que no relevaré, se puede comprobar que esto que cuento fue verídico.
No volví a cogerme una cogorza hasta muchos años después. Aguanté mi adolescencia sin emborracharme, igual por las amenazas de mi madre de "como vengas borracha a casa te suelto una hostia".  No fue hasta el febrero de mis 22 años cuando probé el alcohol de nuevo. Fui a casa de una amiga, no con esas intenciones. Que conste en acta. El caso es que íbamos a salir de fiesta y mis amigos propusieron un juego de ¿dados? ¿de cartas? Estaba tan borracha que ni me acuerdo. Pues eso, me dijeron mis amigos, ¿qué, juegas? Al ver que era gratis me animé.
Y entonces experimenté en mis propias carnes lo que es estar borracha, algo que solo había visto en los demás. Es una sensación rara, como que todo te la sopla y dices lo que te da la gana. Sí, ya sé que yo siempre hago eso, pero intento ponerme filtro. 
El juego se acabó y bajamos al bar de abajo, que tenía un juego de billar y otro de dardos. Estando sobria, como he dicho muchas veces, soy torpe. Pero bajo los efectos de alcohol debo ser bastante hábil porque no armé ningún estropicio, quedé tercera jugando a los dardos.
Luego nos fuimos a Galerías de Urquijo y descubrí ese sitio del que siempre había oído hablar pero nunca había estado. Fuimos a un bar y yo la verdad no soy de bailar, pero cuando estoy borracha lo doy todo en la pista. Ahí estuve yo dándolo todo hasta de repente apagaron la música y fue como, ¿de verdad? ¿ya se ha acabado la fiesta? De fiesta me aburro más que un seto, pero para una maldita vez que estaba disfrutando...
La siguiente vez fue en una cena de carrera en la que éramos cinco personas. Insisto, de carrera, no de clase.  Resulta que el plan era ir a Sopelana a ver una representación de Antígona, ir a cenar y luego ir a un txoko de una compañera. Pues bien, yo solo iba a ir al teatro, y después a casa. No sé cómo me fui liando. Después del teatro dijeron de ir a tomar algo y yo bueno, pues me quedo con vosotros un ratito. Pues igual me quedo a cenar. Me voy al txoko un ratillo con vosotros. Vamos, que llegué a las 9 de la mañana a casa. ¡Qué cogorza! También debimos jugar a un juego de estos de beber, y lo único que me acuerdo es que me pusieron una prueba de quitarme el sujetador, y me lo quité. Anda, que lo que hace el alcohol...
Ya no he vuelto a beber, y no porque no me guste, que las dos veces que bebí me lo pasé genial. No llegué al punto ni de vomitar ni de estar tirada en el suelo. Así que parece que soy de esas personas que saben beber y lo hacen con moderación. Pero ya digo, que solo bebo si me invitan, porque yo el dinero me lo gasto en otras cosas. Así que, si me invitan a un traguito de algo, pues vale, pero aún no ha habido nadie que me quiera costear otra cogorza.
 No volví a beber hasta hace dos Navidades, que le dije a mi madre que hiciéramos sorbete de limón. Me bebí una copita, y como estaba fresquito y entraba bien, decidí tomarme otra. Al rato me empezaron a entrar unos calores...un mareo...Me sentó mal y me tuve que meter en la cama a las 10:30.

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