viernes, 23 de noviembre de 2018 |

Bohemian Rhapsody

"One by one, only the good die young. They´re only flyin´ too close to the sun. And lifes goes without you"

El cine ya no es lo que era. Y esto lo podemos extrapolar también a la música. A este mundo que ha sido invadido con el reggaetón y grandes artistas como Pablo Alborán, Malú y Antonio Orozco (nótese el sarcasmo). La música se ha convertido en algo puramente comercial, en productos de diseño prefabricados. Seré rara, pero sigo prefiriendo escuchar a los Beatles que el dichoso "Despacito". Por eso creo que la película de Bohemian Rhapsody era necesaria, para volver a poner de moda a Queen y sobre todo a Freddie Mercury. Y alguno se me echara encima por decir esto, pero a Queen le hacía sobresalir la voz especial y única de su vocalista, y sobre todo la conexión que tenía con su público y la forma de transmitir. Su muerte prematura ayudó a mitificarlo, convertirlo en más que una estrella de la música, lo convirtió en leyenda. 

El título de la película hace alusión a la canción Bohemian Rhapsody, considerada por muchos críticos la mejor canción de la historia, para otros un batiburrillo sinsentido. Aunque en mi opinión no es ni de lejos la más conocida de la banda, son muchísimo más conocidas We will rock you o We are the champions (ambas se han convertido en himnos deportivos), creo que es la que más identifica a Queen. Esta canción fue compuesta en 1975 y es muy cercana a una rapsodia en cuanto a composición. Consta, por este orden, de una introducción a capella, una balada, un solo de guitarra, una segmento de ópera, una parte rockera y por última, una coda. Existen múltiples interpretaciones de su significado, el propio Mercury se llevó a la tumba el significado que le dio. Pero creo que ver a Freddie Mercury cantar al piano eso de "Mama, just killed a man, put a gun against his head" (mamá, acabo de matar a un hombre, le apunté con una pistola en la cabeza) es magia.

En cuanto a la película, hay algunos aspectos que me han gustado y otros que no tanto. Lo que más me ha gustado ha sido la elección del actor Rami Malek para el papel de Mercury. El parecido es asombroso, no me extrañaría nada que fuese nominado al Óscar. Malek nos lleva de la mano durante todo el film, desde los inicios de la banda hasta el concierto de Live Aid en 1985, haciéndonos revivir los veinte minutos más épicos del rock. O hacernos vivirlo por primera vez porque yo en 1985 ni siquiera había nacido. 

Los fans de la banda se quejan de las inexactitudes cronológicas y bueno, hay que tener en cuenta que es una película y no un documental. Creo que los datos que han cambiado han enriquecido la película y le han dado más fuerza dramática. Lo que menos me ha gustado a mí es que han pasado muy de puntillas por la mentalidad de Freddie Mercury. No se han mojado, en mi opinión. No se profundiza en el personaje ni se atreven a mostrarnos su parte más turbia, sus excesos, las drogas y el sexo desenfrenado. Tampoco nos muestran sus últimos años ni su muerte. Se queda muy light, muy para todos los públicos. Ya que haces una película biográfica, muestra todo: lo malo y lo bueno. Casi treinta años después no se va a ensuciar su imagen (sobre todo porque esa parte de su vida es conocida). 

En definitiva, una película que merece ser vista y pagar la entrada. Como película es más que correcta, entretenida, con buena música, emotiva y con la actuación estelar del protagonista. Imposible no sentirse volar del asiento con la canción We are the champions en el concierto de Live Aid. 

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sábado, 10 de noviembre de 2018 |

De la mano (Testimonio de una enfermera), de Christie Watson

Mi familia suele bromear fantaseando con cómo sería yo de enfermera o en algún trabajo en el que implique tener que cuidar de otros. Cierto es que no tengo mucha empatía con los demás, no creo que se me diera bien ser enfermero o auxiliar de enfermería. En realidad, no creo que se me diera bien ningún trabajo que estuviera intrínsecamente relacionado con las personas. Soy una misántropa de la vida. Eso no quita para que no valore el trabajo de las personas que dedican su vida al cuidado de otras. 

Cuando el grupo editorial "Me gusta leer" me ofreció este ejemplar que acaba de salir a la venta (o acababa, ya que me he demorado un poco en la lectura) me pareció interesante, sobre todo porque me gusta mucho leer testimonios de mujeres. Sí, yo he leído grandes títulos de la literatura como "No sin mi hija", "He sido una mujer maltratada" y "Quemada viva".

Lejos del estilo cómico de "Enfermera saturada" (que no es mucho de mi agrado, quizás al no ser del gremio hace que no me identifique mucho con lo que cuenta), Watson nos lleva "de la mano", nunca mejor dicho, a través de sus veinte años de profesión. Me parece simpática la manera que ha tenido la autora de arrancar la obra relatándonos parte de su infancia y de cómo soñaba con profesiones que nada tenían que ver con la enfermería.

Realmente, llega a esta profesión un poco por el azar del destino. Después de dar tumbos en varios trabajos, llega a un centro de personas discapacitadas y por primera vez, siente que está haciendo útil que la realiza como persona. Así comienza su historia, nos cuenta en primera persona los entresijos de la profesión. Y aquí no hay censuras, nos hace un retrato fiel de su trabajo, así que si eres de poco estómago, este libro no es para ti. Si eres morboso, este es tu libro. Además, nos cuenta su experiencia con la muerte (enfermos terminales y cuidados paliativos) y la vida (asistencia a partos). Nos muestra injusticias inevitables, niños con enfermedades terribles y que mueren. En definitiva, nos muestra el día a día, que a nosotros nos parezca muy lejano que una niña de cinco años como Tia (que menudo nombre) tenga un tumor en la cabeza, que un niño tenga que someterse a una operación cerebral por un caso grave de epilepsia, no significa que no sea algo cotidiano en un hospital. 

Pero creo que el mensaje más importante que quiere transmitir la autora es que trabajo va mucho más allá que poner inyecciones o suturar heridas. A las enfermeras (y enfermeros, por supuesto) también se las llama "ángeles blancos" por la labor tan importante que hacen. Aunque bueno, eso es generalizar. También hay personas incompetentes ejerciendo como enfermeros y con muy poca psicología. Algún día contaré mi experiencia con la enfermera de pediatría, que me dio un cursillo acelerado sobre el sexo anal.

Por último, quiero destacar una cosa que me ha llamado mucho la atención sobre la edición del libro. Creo que no hay una sola coma bien puesta en ninguna página. Vale que las comas, en algunos casos, sean muy subjetivas. Pero son casos muy llamativos en los que se ve a la legua que chirrían. Y soy una #GrammarNazi pero cuando me adentro en las páginas de un libro no suelo fijarme en los aspectos gramaticales ni ortográficos, a no ser que sea algo especialmente llamativo. Por supuesto, no es culpa de la autora ya que se trata de una traducción. Ha sido error de la persona que ha corregido el texto y del editor que ha dado el visto bueno. Hago un llamamiento por si la editorial despide al corrector y quisiera contratarme a mí. 

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lunes, 5 de noviembre de 2018 |

Los niños que no van al colegio

No soy muy fiel a la televisión, no encuentro programas que sean de mi interés y Netflix lo tengo un poco en el olvido. Prefiero leer a las series, pero como plataforma de entretenimiento uso Youtube. Me ofrece contenido que la TV no me ofrece. 

Así conocí a Sara Inisterra, youtuber que por inspiración de canales del palo de Verdeliss se ha subido al carro de vender la intimidad de sus hijos (menores) como medio de vida. Por casualidad, me topé con un vídeo que se titulaba "¿Por qué no llevo a mi hija al colegio?". Para el que no tenga constancia de ello, porque sorprendentemente hay personas que no conocen este dato, en España la escolarización no es obligatoria hasta los seis años, es decir, hasta Primaria.  Es una decisión muy personal y que no se puede tomar a la ligera y se deben analizar muy bien sus ventajas y desventajas. Como padre o madre hay que preguntarse si en casa van a poder suplir esas carencias que podrían llegar a tener frente a sus compañeros en un futuro. 

Los argumentos que expone esta mujer, en mi opinión, no hay por dónde cogerlos. Expone que su cometido en la vida es ser madre, crecer como madre y no aspira otra cosa. Es una opción como otra cualquiera, hay que respetarla aunque no la comparta en absoluto. No soy madre pero si llegara a serlo, me aterrorizaría la idea de ser solo madre. Que mi vida fuese eclipsada por mi prole y que mi vida entera girase entorno a mi maternidad. No disponer de tiempo para leer, para seguir formándome y expandiéndome como persona.  Pero bueno, ese no es el caso.

El caso es que la tal Sara no quiere perder tiempo de estar con su hija. ¿Eso no es egoísmo? Privar a su hija de la educación para realizarse ella como madre. Y si me dices que es una persona con estudios de educación infantil o de psicopedagogía, pues vale. Pero es una persona que dice que habiendo cuadernillos Rubio en el Carrefour, ¿para qué va a ir su hija al colegio? Y además, si se puede descargar fichas por Internet. Con dos cojones. Creo que no hace falta tener una titulación universitaria para enseñar a un niño a contar del uno al diez, pero sí que hace falta para detectar problemas de aprendizaje o psicomotrices. Es como decir que para qué vas a ir al médico si ya te puedes autodiagnosticar con Google. Soy la primera en meterme con los estudiantes de magisterio (desde el cariño, claro) pero me parece que tienen una labor y una responsabilidad muy grande, mucho mayor que la de un profesor de Secundaria o de Universidad.

Un comentario de este vídeo mencionaba el homeschooling, la educación en casa. Esos niños que son educados por sus padres en el hogar.  Esta práctica en algunos países es completamente legal y extendida, sin embargo en España no está muy clara la legalidad. Podríamos considerarla alegal, que baila entre dos aguas. Por un lado, la escolarización entre los 6 y los 16 años es obligatoria pero el Tribunal Constitucional en 2010 resolvió que la "invocada facultad de los padres de elegir para sus hijos una educación ajena al sistema de escolarización obligatoria por motivos de orden pedagógico no está comprendida en ninguna de las libertades constitucionales"

¿Cuál es la principal razón por la que estoy de acuerdo con este movimiento? Porque el sistema educativo que tenemos en este país está podrido, aparte de obsoleto. La sociedad ha cambiado y ahora tenemos unas necesidades distintas. Estamos totalmente digitalizados y tenemos la información a nuestro alcance en cualquier momento. No es importante memorizar datos, ¿qué sentido tiene memorizar la lista de los reyes Godos si todos tenemos móvil acceso a Internet? ¿No es más útil enseñar cómo filtrar la información y cómo manejarla? Tampoco le veo ningún sentido a memorizar contenidos como un loro, vomitarlos en un examen para que después caigan en el olvido.

En el colegio se estudia pero no se aprende, que son dos conceptos totalmente distintos. Y este método tan maravilloso que tenemos tan solo es aplicable al alumno "estándar". Últimamente se hace mucho hincapié en la atención a la diversidad pero no lo suficiente. Si tienes un hijo con síndrome de Asperger, disléxico o algo similar, enseguida buscarán recursos y soluciones. Pero si tienes un hijo con altas capacidades, no le van a hacer ni puto caso, cuando estos niños también tienen necesidades especiales.

Voy a contaros un poco mi experiencia como alumna. A mí me encanta aprender, el problema es que no me gusta estudiar (como he dicho, son dos cosas distintas). Me gusta buscar información por mi cuenta sobre temas que son de mi interés y como sabéis, mi pasión es la literatura. Muchas veces lo he contado en el blog, yo en quinto de primaria comencé a leer a Stephen King y empezaba a descubrir obras clásicas como Platero y yo. Mi nivel de lectura y de comprensión siempre fue muy superior al de mis compañeros, así que algunos pensaréis que llevaba una gran ventaja sobre ellos porque la base de la educación es la comprensión. ¿Yo era brillante en el colegio? Rotundamente no. Lo primero, me aburría en clase como una ostra. Y no, no porque me crea superinteligente y superior al resto de la humanidad y que me aburriera porque ya lo sabía todo. No, nada más lejos de la realidad. En serio, para mí era un calvario estar sentada en una silla durante ocho horas escuchando al profesor, no me eran nada productivas esas horas. Estudiar no se me daba bien tampoco, no creo que tenga problemas para memorizar ni para aprender, pero sí de concentración. No me cuesta ponerme a leer y comprender los temas, hacer resúmenes, esquemas pero cuando llega el momento de repetir como un lorito y meter con un embudo conocimientos en mi cabeza es un suplicio.

La Universidad la recuerdo como un calvario, además tenía el problema de vivir bastante lejos (tres horas de viajes todos los días) y unos horarios criminales. Después de dar muchos tumbos, tomé la mejor decisión que pude tomar y fue quedarme en mi puta casa y no ir a clase. Porque, ¿para qué iba a ir a clase si a mí ese tiempo que pasaba allí no me era productivo? ¿a estar ocho horas mirando la pared para luego llegar a casa reventada? Yo con mi buena voluntad me ponía en la mesa a estudiar pero ya no me daba a esas horas la cabeza. Así me inicié en la "educación a distancia", iba a clase a los exámenes y punto. Me descargaba de la web el temario que tenía que preparar y me imponía mi rutina. Si tenía dudas, me las resolvía yo misma mirando en los manuales o en Internet. Aprendía a mi ritmo sin perder de vista los objetivos. Después de la facultad todo lo he hecho a distancia.

Supongo que esta es una de las razones que llevan a unos padres a tomar la determinación de educar ellos mismo en casa. Eso sí, no creo que cualquier padre está capacitado para ello ni que sea la metodología adecuada para cualquier niño. He estado investigando un poco sobre esto, viendo distintos canales sobre familias de homeschoolers y la verdad es que me ha parecido muy interesante. Algunos optan por seguir el currículum establecido por el Estado, a su manera, pero se proponen alcanzar las competencias de cada nivel. Eso sí, a su particular manera y haciendo al niño partícipe de su propio aprendizaje. Por ejemplo, había una familia que los martes dedicaban una hora a conocer un país del mundo y sus costumbres. Cada niño investigaba por su cuenta sobre festividades, comidas típicas, idioma, vestimenta, cada uno a su nivel.

Además, se tienen muy en cuenta los intereses del niño. Por ejemplo, si alguien estudia la Antigua Grecia puede sentir más inclinación sobre la mitología, la literatura, la historia, las costumbres, etc. ¿Por qué no dar rienda suelta a la curiosidad por aprender e investigue sobre aquello que sea de su interés? Sí, hay que tener unos conocimientos básicos. Pero, ¿alguien se acuerda de lo que estudió en el colegio? ¿Os acordáis de las etapas de la Antigua Grecia? ¿Os acordáis en qué siglo vivió Alejandro Magno? Sin embargo, lo que se aprende con ganas no se olvida.

¿A vosotros qué os parece eso del homeschooler? ¿Qué pensáis de la educación actual? Contádmelo en los comentarios.

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