lunes, 25 de septiembre de 2017 |

El peor trabajo del mundo

Como sé que os gusta mucho que os cuente mis experiencias, voy a profundizar un poco más en un tema del que os he hablado hace muy poquito, en la entrada en la que hablé cómo es trabajar en locales de comida rápida. Os conté que estuve trabajando en una pizzería, de cuyo nombre no quiero ni acordarme, y que al cabo de dos semanas me relegaron al peor puesto de trabajo del mundo, a repartir publicidad.

Después me enteré que los dos chicos antecesores a mi puesto tiraban los cupones a tomar por culo y se iban a tomar algo tan ricamente. Algo que después de mi experiencia no juzgo y comprendo.

Cuando me relegaron al puesto de trabajo de mis sueños estuve pensando en no volver y en no dar señales de vida. Pero claro, el mundo es tan pequeño...y yo tengo tan mala suerte que seguramente me volvería a cruzar a esa jefa tan maravillosa que tuve. Así que nada, decidí darle una oportunidad al trabajo de mi vida.
El primer día fui la encargada me explicó cómo iba el trabajo. Me hicieron llevar un carro de la compra, y me lo llenaban de panfletos. Después me daban una lista de calles y portales por las cuales yo tenía que repartir.
  • Si conseguía entrar dentro del portal, debía apuntar el número de papeles que echaba en los buzones.
  • Si nadie me abría, y había buzón para publicidad debía dejar allí un taco. Sino, pues apuntar que no me habían abierto.
Aquel día fui con otra chica para que me enseñara un poco cómo iba el tema, aunque ella llevaba tan solo tres días. No estuvo del todo mal, yo soy bastante reacia a conocer gente nueva pero la chica me lo puso muy fácil. Estaba un poco loca pero era muy maja. Se me hizo bastante ameno, y no me pareció mal trabajo.

Al día siguiente vino lo gordo. Fui sola. Estaba sola ante el peligro y el google maps tuvo que ser mi mejor aliado. Imaginaos, mi nulo sentido de la orientación, con el móvil en la mano y con la otra el puto carro, tirando de él por lugares inhóspitos. Pero vayamos por partes.

Portales de pijos
Yo no tengo nada en contra de la gente adinerada, que quede claro. Pero ya se podrían vivir en sitios normales, coño. En mi vida había visto portales sin buzones. Y por supuesto, tenían cámara. Costaba la vida entrar ahí, si por casualidad lograbas entrar te llevabas un chasco al ver que no tenías ningún sitio donde dejar cupones. Algunos portales parecían casas, en serio. Tenían hasta sofá, tenía la sensación de que si me sentaba en el sofá alguien me traería un café con pastas.

Otra vez aluciné. El portero salió de una habitación que puede ver un poco de reojo. Juro que eso era un museo y había una escultura en plan griega. Y a mí que todo lo griego me va...

Pero el momento más patético lo protagonicé cuando me quedé encerrada en un portal. Antes de la puerta de entrada había una verja. Esta se cerró y yo quedé atrapada. Estuve más de quince minutos como un oso enjaulado, hasta que una señora pasó y tocó a todos los timbres, y por fin, pude salir.

Lugares inhóspitos
He recorrido lugares que ni conocía, alejados de la civilización. Cuando digo que he subido montañas a pleno sol, es que las he subido. Para los que vivís por Vizcaya, ¿os suena de algo el Txorierri? El puto Txorierri. Es un lugar arriba de un monte, pero lo que es literalmente a tomar por culo. Hay dos maneras de llegar: o un camino larguísimo pecho arriba, o subiendo unas interminables escaleras. Que una cosa es subir escaleras a cuerpo gentil, pero contad que yo tiraba de un pesado carro. Un día bajando de allí el carro se partió en dos. Tristísimo. Tuve que cargar con los dichosos panfletos en la mano.

Luego están los pueblos fantasma. No quiero ofender a nadie que viva por la zona de Neguri-Aiboa, aunque dudo que realmente viva alguien ahí. ¿Dónde coño os metéis? A veces recorría las calles solitarias de Aiboa y me sentía como en The walking dead. ¿Os encerráis en casa con las persianas bajadas o qué?

Infecciones de orina
Soy muy propensa a infecciones, últimamente demasiado. No aguanto una semana sin una recaída. Además, en mi caso son muy dolorosas. Dolor de riñones, de tripa...Y quizá no os haya dado por pensar que no tengo un baño cerca. Cuando me tocaba en un sitio más o menos civilizado, tenía acceso a bares. No sé con cuántos botellines de agua me junté en casa. Pero cuando iba a los lugares recónditos, quería morir. En serio. Llegué a pensar ¿y si meo en un ascensor? Buff...qué dolor y cuánto ejercité mi vejiga aquellos días.

El tiempo
Aquí entran los dos tipos de tiempo: el tiempo que huye y el tiempo meteorológico.
El clima es jodido para estar todo el día pateando. Temperaturas de 35 grados o por el contrario, un chaparrón de los que te calas hasta los huesos. Un día me pegué una gran calada, al día siguiente un catarrazo y de regalo, otra infección.

Se suponía que trabajaba 2 horas por la mañana, pero debía hacer toda la ruta, aunque tardara más. El problema es que al no conocer las zonas pasaba demasiado tiempo perdida, dando vueltas, igual tenía que desplazarme en metro. Vamos, tardaba más de la cuenta y mis piernas no son muy rápidas. Nunca me echaron la bronca por tardar demasiado, pero sí por no terminar la ruta. Era exasperante, en serio, dar vueltas como idiota. Luego igual resultaba que encontrabas la calle y no te abrían en ningún sitio.


Espero que os haya gustado. Estoy preparando un "Preguntas y respuestas" y me podéis preguntar lo que queráis.
                                           https://ask.fm/CrissyGuerrero2

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