martes, 18 de septiembre de 2018 |

"Abortar te convierte en la madre de un niño muerto"

Abortar no te hace librarte de un problema del que no quieres hacerte cargo, sino que pasas a formar parte del colectivo más abominable y aborrecido por la sociedad: los infanticidas, los asesinos de niños. Esos que esperan en la puerta del colegio, con una bolsa de caramelos, que van a enseñar a una niña rubita de cinco años una preciosa camada de cachorritos en el coche. Que es introducida en el coche mediante engaño y que días después aparece su cadáver violado y descuartizado. Esos argumentos utilizan las campañas "antiabortistas", en pleno siglo XXI. Anonadada me siento.  

Si yo me quedara embarazada ahora mismo, ¿abortaría? Pues posiblemente no, pero hay una cosa que tengo clara, quiero vivir en un mundo donde se respeten mis derechos como mujer y no se me imponga ser madre como un castigo por mis errores cometidos. ¿Qué vida le espera a un bebé no deseado? ¿Que un embarazo no deseado puede acabar siendo una bendición? Claro que sí. ¿Que puedes amar profundamente a un bebé que en un principio no deseabas? ¿Acaso yo juzgo a las mujeres que no desean abortar?

Me encantan los argumentos de los antiabortistas, sobre todo el de "si no lo quieres, espera a que nazca y dalo en adopción". De esto hablaré más adelante pero  que te veas en la obligación de abortar no quiere decir que seas un ser sin sentimientos, que ni sientas ni padezcas, que vayas a una clínica a abortar como quien va a sacarse la muela del juicio. Debe de ser una decisión terriblemente dolorosa y meditada, no creo que las mujeres que se ven en la necesidad de abortar frivolicen sobre este tema, no creo que pasen  un solo día de su vida sin pensar en el bebé que pudieron haber tenido. No creo que sea fácil dejar que saquen de ti a tu hijo. Pero, a veces, no queda otro remedio.  

Que apoyan y defienden la vida, dicen. Será que como especie lo hemos demostrado con frecuencia, somos la única especie que mata porque sí y no ante una amenaza, hemos creado las guerra, nos mantenemos impasibles ante la hambruna, la miseria de los demás, hemos creados bombas y armas de destrucción masiva. No nos preocupamos por los niños que están en este mundo, niños que viven en orfanatos en condiciones denigrantes, niños que viven en la calle, que son obligados a prostituirse, niños que son solo huesos porque no tienen que llevarse a la boca. Ante ellos giramos la cabeza pero qué fácil es demonizar y arremeter contra la mujer. Porque claro, si las mujeres tenemos relaciones sexuales es que somos unas putas, y nos pasa lo que nos pasa por putas. Pongamos como ejemplo, un chavalín inglés viene a España a practicar tan popular deporte de élite como el balconing, se parte las piernas, ¿a que es atendido en el hospital¿ ¿A que si vas borracho y te estrellas se te atiende en el hospital? Pero en esta sociedad jode que la mujer folle y disfrute del sexo. 

Hasta ahora solo he hablado de los embarazos causados por una imprudencia del hombre y de la mujer (porque aquí tienen culpa los dos). Pero y ¿si la mujer es violada y queda embarazada? Vendrá un iluminado a decirme que entonces debe ir cuanto antes a un hospital a tomar la píldora del día después y a presentar una denuncia ante la policía. Ya estamos otra vez frivolizando y pensando que hay una sola forma de actuar. ¿Que sería lo ideal hacer eso? Sí, pero sobre todo porque esos actos deben  ser denunciados y cuanto menos tiempo pase, será más fácil atrapar al agresor. Aun así, da la casualidad de que no somos robots y no estamos programados a actuar de una forma "coherente"  ( o lo que otros llaman coherente) porque las mujeres víctimas de agresiones sexuales tienen miedo. Es como decir que una mujer  que ha sido asesinada a manos de su marido ha acabado así porque no lo denunció cuando le dio el primer golpe.

 Algunos antiabortistas sí defienden la posibilidad del aborto en este supuesto, otros se mantienen en contra. Si has sido violada, ¿es lícito abortar y entonces el ser vivo que llevas dentro no es tan humano? Si decimos que es un asesinato, es un asesinato en todos los casos, no solo en el que nos convenga.  Y a los que se mantienen en contra, ¿si la violada es vuestra hija de 12 años? ¿Por qué una una criatura de esa edad tiene que pasar por un embarazo de nueve meses (que encima es peligroso), pasar por un parto traumático y ver cada día a su bebé, fruto de un monstruo, de un recuerdo amargo? ¿Que lo dé en adopción? ¿Es mucho más ético hacer pasar a una niña por ese trance? Velan por la vida del embrión, pero ¿quién vela por la vida de esa niña violada? 

¿Dar a un bebé no deseado en adopción es mucho más ético? ¿Creéis que el mundo que hemos creado es un cuento de hadas? ¿Creéis que una adopción es como bajar un día al súper y llevarte dos kilos de arroz por el precio de uno? No, mis queridos lectores, la realidad es que los orfanatos están llenos de niños que nadie les acuna, que nadie les lee en cuento, que nunca tendrán a nadie que los ame. Podéis echar un vistazo al documental "Las habitaciones de la muerte", sobre los orfanatos en China, bebés mal alimentados, amarrados con cadenas. Yo conocí a una niña china adoptada, que tras varios meses en España seguía teniendo marcas de las correas en sus extremidades. Mucho mejor darle una vida de mierda a una criatura que evitar que nazca. Es como estar en contra de la eutanasia, es mucho mejor tener a una persona gritando de dolor, agonizando y sabiendo que le espera una muerte dolorosa, es mucho mejor prolongarle el sufrimiento que cortarlo de raíz. 

¿Dónde creéis que acabarán esos niños no deseados? ¿No son futuros delincuentes en potencia, criados en un entorno donde no eran queridos? ¿Y los niños que nadie quiere, que acaban en casas cuna? Tráfico humano, prostitución infantil, niños de la calle ¿Me estáis diciendo que es mucho más ético esto? 

¿Y cuando el niño viene enfermo? Muchísimo mejor traer el mundo a sufrir, porque eso es lo que Dios nos dictamina. Si sufres es porque Dios te ama. La religión es otro tema que me enerva. Yo me declaro atea, sin dudas, no creo en lo que no veo, en lo que no puede ser probado científicamente. Además, la religión sirve para meter miedo a la humanidad, para someterla. De alguna manera, es el cáncer de esta sociedad y el mayor atraso del mundo. Podemos debatir si es ético el aborto, a partir de qué semana puede considerarse humano pero cuando ya meten a Dios por medio y el argumento es "que Dios te lo manda", apaga y vámonos. 

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martes, 11 de septiembre de 2018 |

Las verdes praderas

“Y un día te mueres y se te queda esa carita de gilipollas y en el último momento te dices...vamos, vamos, vamos, que te han llevado al huerto toda tu vida y nunca has hecho lo que tú querías. Estudia, trabaja, échate novia, cásate, cómprate un piso, un chalet, un coche y trabaja como un burro para pagar las letras, los colegios de los niños, el friegaplatos, la cortadora de césped, y te das cuenta de que has vivido… para Seat, para Philips, para Zanussi, para El Corte Inglés, para La Confianza y su puta madre”.
 
 
No suelo hacer muchas reseñas de películas en el blog porque me suelo centrar más en literatura (al fin y al cabo, soy filóloga y no soy experta en audiovisuales), pero de vez en cuando me gusta descubriros alguna joyita como esta que seguramente la mayoría no conozcáis. Se trata de una comedia española costumbrista, dirigida por José Luis Garci llamada "Las verdes praderas" (1979) y protagonizada por Alfredo Landa.
 
No, os prometo que no es una comedia casposa del destape español. Vemos a Alfredo Landa en otro registro, en el personaje de José Rebolledo, un hombre de origen humilde que se ha hecho a sí mismo, que ha alcanzado el éxito en una empresa. Ha logrado su sueño de la infancia: tener un piso en propiedad, un coche y sobre todo un chalé en la Sierra de Madrid para pasar el fin de semana y las vacaciones. Tenemos que tener en cuenta la época en la que está rodada que el film es una fotografía de su época, la Transición. Para los ineptos (que seguramente hay muchos leyéndome), la Transición es el período en el que se deja atrás la dictadura franquista para dar paso a la Constitución y la democracia.
 
“Una mañana, de niño, estando con mi padre, pensé `algún día, cuando sea mayor, yo seré ese hombre, y tendré un chalet y césped, y fumaré tranquilo mientras leo el periódico. Y mis hijos tendrán un coche de pedales rojos´ Me lo juré. Y ahora… a lo mejor yo soy ese hombre pero eso no es nada. No hay nada de lo que yo imaginaba aquella mañana. Nada.”
 
Esta feroz crítica a la burguesía madrileña nos muestra un fin de semana en la vida de Rebolledo. Después de una semana estresante de trabajo, coger el coche para pasar el sábado y el domingo en el chalecito de la Sierra para desconectar. Lejos de un fin de semana de descanso, se le presenta la suegra pesada con la cuñada y el novio, el compañero de trabajo odioso que todos tenemos (aquel que se escaquea y por el que acabas pringando, pero siempre parece caer de pie), al que Rebolledo apoda como "Doña Perfecta" pululando por allí. Cada uno de sus planes acaban torciéndose. Pequeños planes, nada con demasiadas pretensiones, tomarse un gin tonic, jugar un partido de tenis...En clave de humor, José Luis Garci nos prepara para una traca final, el filme se torna en un cariz reflexivo, más profundo.
 
Y es que, ¿son las cosas materiales lo que nos da la felicidad? José Rebolledo sufre una gran insatisfacción personal, se ha llevado un tremendo desengaño, siente que le han "vendido la moto", que tenía que alcanzar ese sueño que nos viene impuesto por la sociedad (casarse, tener un piso, una segunda vivienda, un coche). Porque claro, "tanto tienes, tanto vales".
 
“Llevo 42 años pensando que lo que vivía no era importante porque era como… como provisional, como si estuviera esperando destino. Yo creía que  iba hacia una vida maravillosa, y mientras estaba en la cola esperando, pues trabajaba y estudiaba como un negro porque tenía que ser así… porque más adelante iba a llegar mi vida, mi verdadera vida. ¿Y sabes qué pasa? Pues que ya ha llegado”

No esperéis una película donde ocurran grandes acontecimientos, como ya he dicho, es cine costumbrista, un reflejo de la sociedad madrileña de los 80, aunque en mi opinión, no queda desactualizada y es extrapolable al 2018. Al fin y al cabo, no hemos cambiado tanto y las metas del ser humano siguen siendo las mismas, o tenemos impuestas las mismas. La sociedad nos impone buscar pareja, casarnos, tener hijos, cambia el pisitio de la Sierra por un viajecito a Canarias, un IPhone, Tv por cable, tres portátiles. El consumismo desmedido rige nuestras vidas y no nos damos cuenta de que la felicidad no está en lo material.
 
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lunes, 3 de septiembre de 2018 |

Mi planta de naranja lima, de José Mauro de Vasconcelos

 Si hay algo que extraño de mi infancia y de mi adolescencia es el tiempo infinito. Tempus fugit, decían los romanos. Hay un momento en la vida que apenas recordamos en el que tiempo parece que está estancado. Veranos interminables, cursos escolares que parecen nunca acabarse. Y de repente, un día te haces mayor y el tiempo huye, escapa. 

En ese estancamiento del tiempo recuerdo y añoro tardes infinitas de lectura, de devorar libros como si fuera un león hambriento. Mientras los chicos de mi clase estaban de "botellón" yo descubría a Neruda, Bécquer, Rubén Darío, Machado, Lorca, Blas de Otero. Con esa pasión y ganas de la juventud. Porque ya lo decía Rubén Darío "Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver". Cuando tienes todo por descubrir, cuando no eres tan selectivo con lo que lees. Anda, que me iba yo ahora a poner a leer eso de.. 

                     "Antes de la peluca y la casaca  
                    fueron los ríos, ríos arteriales; 

                                     fueron las cordilleras, en cuya onda raída 
                                   el cóndor o la nieve parecían inmóviles; 
                                   fue la humedad y la espesura, el trueno 
                                 sin nombre todavía, las pampas planetarias."

¿Y por qué estoy metiendo este rollo? Porque ayer volví a zambullirme en un libro como en mis tiempos mozos, como si no hubiera mañana y el futuro no fuera inmediato. El libro del que hablo es "Mi planta de naranja lima", un clásico brasileño publicado en 1968 donde el autor José Mauro de Vasconcelos nos narra su infancia en el barrio carioca de Bengú (Brasil). 

Zezé es un niño de cinco años que de mayor quiere ser poeta y llevar corbata de lazo (porque eso es de poetas). Mediante su lenguaje infantil nos introduce en su pequeño mundo, que no es precisamente ni justo ni un cuento de hadas. El padre de Zezé está en paro y aunque su madre trabaja de sol a sol apenas les llega para subsistir. 

El protagonista es un niño despierto, con ansias de aprender, con inquietudes impropias de un niño de su edad. Quizá la cruel realidad que le ha tocado le ha hecho madurar a marchas forzadas. Sorprende que un niño tan pequeño comprenda los problemas de los adultos. Aunque Zezé es de buen corazón es un poco trasto y toda acción que emprende termina en travesura y como consecuencia, su padre le da una buena somanta de palos. En el colegio tiene encandilada a su maestra porque es un niño inteligente pero también tierno con una imaginación desbordante. En el jardín de su casa tiene un arbolito de naranja lima, al que llama Minguinho, y cuando tiene problemas busca consuelo entre sus ramas. 

Un libro entrañable, enternecedor, que te hace reír y llorar. Un descubrimiento que he hecho este año. En España no es muy conocido pero en Latinoamérica es una lectura obligatoria en los colegios. Me ha recordado un poco a "Las cenizas de Ángela" o a "El príncipe destronado", a esas novelas a las que se le da voz a la infancia, que nos hace rememorar nuestra niñez con nostalgia. Esos tiempos que ya nunca volverán.

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domingo, 2 de septiembre de 2018 |

"Si murieran mis hijos, sería un alivio"

"¡Te arrepentirás de no tener hijos!"


¿Que dónde he estado metida? Os estaréis preguntando. Quizá creáis que he estado perdida en el Pacífico en unas merecidísimas vacaciones. Pues va a ser que no, he estado trabajando (aunque si el trabajo es salud, viva la enfermedad) y además, el poco tiempo libre que me queda lo dedico a preparar el perfil de euskera para poder empezar a meter la patita en el sistema educativo y dar carpetazo a mis aventuras en locales de comida rápida. En definitiva, poco he leído en el mes de agosto y la verdad,  no tenía mucha cosa que escribir.

El único libro que he leído este mes ha sido "Madres arrepentidas", libro que me regaló mi madre estas últimas Navidades y que lo tuve fichado durante meses. Se trata de un estudio realizado por la socióloga Orna Donath, en el que da voz a mujeres que la sociedad lapidaría, en el que da cabida un tema polémica del que poco se ha hablado.  Como el título indica, Donath da voz a mujeres que se arrepienten de haber sido madres. 

En primer lugar, la autora nos hace una introducción abordando un tema que me parece interesante, el arrepentimiento. La sociedad que hemos creado como algo positivo. Para muestra, un botón. Situémonos en un juicio por asesinato, el acusado declara que se arrepiente de los actos que cometió. ¿El juez no lo tomaría como algo positivo?Y en la vida diaria el arrepentimiento es una acción que se ve con buenos ojos. Bueno, según. Vivimos en una sociedad que nos regimos por lo que es "políticamente correcto". Mirad estas dos oraciones:
1) Me arrepiento de haber empezado a fumar.
2) Me arrepiento de nunca haber fumado.

¿A que la segunda opción no está vista con buenos ojos? Veamos estas dos afirmaciones:

1) Me arrepiento de no haber sido madre
2) Me arrepiento de haber sido madre. 

La primera opción la asumimos como "normal" porque en las normas que hemos establecido para que una mujer sea considerada "completa" debe (y no "debe de") ser madre. Igual es que en el momento del alumbramiento te sale un tercer brazo o un ojo en el cogote y por fin eres tú al completo. Madres del mundo, dejádmelo en los comentarios. No lo sé.

También debo aclarar algo, que las mujeres que han participado no se arrepienten del hecho de que sus hijos existan, sino simplemente les gustaría "no ser madre de nadie".  No son hijos nacidos en hogares desestructurados, a pesar de que el nivel económico de las mujeres entrevistadas eran de lo más variopinto, así como sus edades y la de sus retoños y el número de hijos. 

¿Y cómo acabaron siendo madres? Por diversas razones, algunas sí desearon ser madres en algún momento de sus vidas y se dieron de bruces contra la realidad, mujeres que tuvieron claro su deseo de no ser madre desde la más tierna infancia pero la presión social es muy grande. O la presión de sus maridos. 

Atrévete a decir en público que no deseas ser madre, a ver cuánto tardan en juzgarte, en darte argumentos de por qué sí debes serlo. En cambio, si un hombre no desea ser padre no se le va a juzgar tan duramente (lo más seguro es que le adulen diciéndole "haces de puta madre"), como tampoco en caso de que exponga abiertamente su arrepentimiento de haber sido padre. 

Atrévete  a decir en público si no quieres cargar con responsabilidad para toda tu vida, que no quieres sacrificar ni renunciar a nada por ser madre, que no te da la gana y punto. ¡No se va a extinguir la humanidad! Y si se extingue, igual evolucionan los gatos y hacen de la Tierra un planeta mejor.

Si hay algo que tengo claro es que cuando se es madre, cambia la vida de la mujer, la del hombre no. Es la  mujer la que tiene que sacrificar su carrera profesional porque si no lo hace, es una egoísta que solo piensa en ella, es la mujer quien tiene que hacerse cargo de los hijos y de la casa. Me vais a decir que ahora los hombres "ayudan" en las tareas domésticas (que manda narices, decir que "ayuden", cuando ellos también viven allí) pero en la mayoría de los casos la carga pesada recae sobre la mujer. Hace un tiempo vi una foto en Facebook que mostraba un papá orgulloso con un texto que decía "un aplauso para el papá que le cambia los pañales a su hijo". Hay que aludarlos y todo, damos por hecho de que es nuestra obligación hacerlo pero no damos por hecho que también es la del hombre cuidar de su hijo. 

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