lunes, 23 de abril de 2018 |

Voces silenciadas: sin ellas la historia no está completa


Aunque no ha sido algo deliberado, me he dado cuenta de que en los trece libros que llevo leídos este año, doce han sido escritos por mujeres. Igual es un sinsentido lo que voy a decir ahora pero me siento mucho más cómoda leyendo mujeres.

Ahora, por supuesto, estoy abriendo el paraguas para impedir que un ejército de "marichulos" me acribillen. No sé si lo he dicho por aquí pero mi novela favorita - y no creo que haya ninguna otra que le llegue a la suela de los zapatos- es "Los miserables". Para mí, la sensación de leer a Víctor Hugo es orgásmica. Y admiro a muchos escritores hombres. Recuerdo ser un moco de once años con su edición ilustrada de "Platero y yo", esa edición que me gustaría regalarle a mi sobrina pero no creo que ella supiera apreciarla. No nos ha salido lectora, ¡qué le vamos a hacer! Después en mi adolescencia llegaron los poetas: Pablo Neruda, Rubén Darío, Machado, Blas de Otero, Miguel Hernández, Bécquer, etc. Pero, ¿ dónde estaban las mujeres?

Pero os invito a hacer este ejercicio, rememorad el colegio y el instituto. ¿A cuántas autoras estudiasteis frente a cuántos autores? Yo en Literatura Española solo recuerdo de pasada a Rosalía de Castro. Muy de pasada, porque claro, lo importante del Romanticismo eran los poemas de Bécquer. En la universidad un tanto de lo mismo, y sí, yo hago Filología Clásica, pocas autoras conocemos: Safo, Corina y Sulpicia. Son los nombres que nos suenan. Hace unos meses me topé con un volumen (cuyo título no recuerdo, por favor, si alguien lo conoce que me lo ponga en los comentarios) que recogía fragmentos escritos por mujeres de la Antigüedad. Eso no nos lo han contado, ¿a que no?

A las mujeres se las asocia con escribir "noveluchas para mujeres", en el tono más despectivo que se pueda hacer. En el colegio nunca me hablaron de Carmen Laforet, de las Sinsombrero, de Elizabet Gaskell, de Mary Shelley, de Virginia Woolf, de Emily Dickinson, de las hermanas Brontë, de Sylvia Plathm de Jane Austen, de Harper Lee, de Toni Morrison y un sinfín de nombres que me olvidos y otros muchos que no conozco, y otros que no conoceremos nunca porque esta sociedad machista las ha borrado del mapa.

Me he propuesto leer a muchas más mujeres, llevamos muchos años leyendo y escuchando a la población masculina. Ahora que hablen ellas.

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domingo, 22 de abril de 2018 |

Media vida, de Care Santos

Mi hermana dice que esta novela fue una recomendación suya, solo porque empezó a leerlo unos días antes que yo. Cuando empecé a leer "El baile de las luciérnagas" le comenté que también me habían recomendado esta novela y que tenía intención de leerla. Y me dijo algo así como "¡ah! me suena!. Ella dice que no, pero Jani, no mientas, que tengo las conversaciones del Whatsap que no dudaré en usar ante un tribunal.

Confieso que al principio no conecté mucho con la historia, no sabía muy bien hacia dónde nos quería llevar a Care Santos. La historia empieza con fuerza, en un internado de las Paulinas, en pleno franquismo (años 50). Cinco amigas escondidas en una tienda de campaña jugando al típico juego de "Verdad o acción": las gemelas Olga y Marta, Nina, Lola y la huérfana Julia. Durante la partida ocurrirá un trágico suceso que marcará sus vidas. 

Tras este rompedor prólogo, vamos descubriendo las vidas de estas mujeres treinta años después, creo que recordar que en el año 81. La autora nos muestra lo que ha sido sus vidas y a través de ellas nos muestra retazos de las dificultades de las mujeres en la época de la transición española. Todo esto nos lleva hacia la organización de una reunión en las que las amigas se reencontrarán. 

Me ha indignado mucho leer que Care Santos ha escrito una "novela para mujeres". Que sea una novela que hable sobre mujeres no quiere decir que esté dirigida exclusivamente al público femenino. Aunque de eso ya hablaré largo y tendido en la entrada de mañana. El plato fuerte, en mi opinión, son los personajes, algunos más interesantes que otros, pero son un reflejo de la sociedad aunque sean un poco clichés: desde la ama de casa entregada a su familia y feliz hasta la mujer que ha llegado a desempeñar un papel importante en la sociedad, gracias a su esfuerzo y dedicación. En definitiva, una especie de homenaje a nuestras madres y a nuestras abuelas.

Por último quiero lanzar al aire esta pregunta, ¿es cosa mía o creéis que esta novela se podría extrapolar perfectamente al teatro? 

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lunes, 16 de abril de 2018 |

Cómo organizarse cuando eres un desastre

Si vives un absoluto caos y crees que yo te voy a mostrar la luz para dejar de serlo, estás equivocado. Pero si puedo contarte mi experiencia y ayudarte con pequeños consejos para ser algo menos desastre.
Soy desordenada por naturaleza, no puedo evitarlo. Pero siempre digo que dentro de mi desorden hay orden lógico. Mis tips de hoy son más enfocados a organizarse para el estudio y los materiales de clase.

¿Dónde llevar los apuntes?
¿Has visto esas clasificadoras tan monas con varias secciones, de esas de acordeón? Pues huye de ellas. Como de la lepra. Sabes tan bien como yo que el orden va a durar un día, y que acabarán desperdigados los folios. No es un buen método, lo he intentado.
¿Un archivador? Tampoco. Olvídalo. Tienes que ser muy ordenado y si has llegado hasta aquí es que eres tan desastre como yo.
Te propongo varias opciones:
  • Fundas de plástico. Una por asignatura. Son muy baratas y hay de distintas formas o colores, según tus gustos. Mete folios/hojas de cuaderno (luego hablaremos de eso)
  • Capetas pequeñas. Esas carpetas delgaditas que pesan poco, una por asignatura también es buena opción.
  • Cuadernos. Esta no me parece tan buena opción porque pesa demasiado llevar muchos cuadernos, pero si no tienes muchas asignaturas, te podría valer.
¿En qué escribir?
Yo uso sobre todo recambios de Oxford y uso hojas sueltas. Para coger apuntes rápido (a no ser que tengáis una letra perfecta) recomiendo hojas de cuadros, para no desaprovechar tanto. Yo para coger apuntes usaba restos de cuadernos viejos, y luego ya lo pasaba a limpio o en hojas de Oxford. Las traducciones las hacía directamente "a limpio" (digo a limpio, pero me refiero a que no las pasaba a limpio nunca)



miércoles, 11 de abril de 2018 |

¿Para qué estudiar Filología Clásica? (Confesiones III)

Hace un mes mi blog - ese que empecé desde abajo, construyéndolo poquito a poco- dio un cambio de rumbo. Mi entrada Confesiones de una filóloga clásica en la que os contaba que mi experiencia en la carrera no fue buena se hizo viral. Me sentí mal porque llegó a miles de personas y quizá a alguno desanimé, por eso os quiero contar hoy lo que me motivó a seguir adelante en la carrera. No todo fue malo ni todo me disgusta.

Partamos de la base de que estudiar Filología Clásica no es lo más común, tan solo unos cuantos lo hacemos, pero según mi experiencia, la mayoría de filólogos clásicos se sienten más a gusto con la lingüística que con la literatura. En mi caso es al contrario, me gusta la Literatura y aunque se me puede considerar buena en lengua (tengo facilidad para la sintaxis, la morfología..), la lingüística me parece infumable.

Lo que más me gusta de la carrera, sin duda alguna, es la Literatura Griega. Me fascina, de verdad que lo hace. Acercarse a los poemas de Homero y pensar que fueron compuestos (no escritos) hace más de 2500 años, y que a pesar del paso del tiempo al ser humano le siguen preocupando los mismos temas. La tragedia griega es mi género favorito, sobre todo Eurípides (ya sabéis que yo soy la Reina del Drama y del Morbo). En definitiva, creo que en el ámbito de la Literatura es donde más cómoda me siento.

A mí lo que más me ha gustado siempre es escribir y para ser un buen traductor tienes que tener algo de escritor. Supongo que por eso pensé que Clásicas era una buena opción. Y supongo que me equivoqué, si existe una carrera perfecta para mí sería algo así como "Grado en Literaturas del Mundo y Escritura Creativa". Hago un llamamiento desde aquí para que se instaure, yo iría de cabeza.

Pero, ¿para qué estudiar Filología Clásica? En mi caso, conocer los orígenes de la Literatura, al menos la occidental. Porque ya sabemos que en la asignatura de Literatura se estudia al hombre blanco y occidental, a las mujeres y a los orientales se les deja de lado.

Otra razón de peso, que esta puede ser un arma de doble filo, según se mire. Las pocas personas que hay en un aula de Latín frente a las aulas de Derecho. Esas veces que te tocan momentos incómodos con el profesor porque uno de tus compañeros está enfermo y el otro ha hecho la pira de su vida. Y te pregunta: "¿Y qué tal te van las otras asignaturas?". Y tú: "Pues ahí van. Parece que va a volver a nevar".  También tiene sus ventajas, organizar una cena de carrera (que no de clase) es muy fácil, no hay que reservar en ninguna parte. En la última a la que fui éramos cinco personas (repito, de carrera, no de clase).

En definitiva, de Filología Clásica me quedo con la magia de leer un texto escrito hace más de dos mil años, con la tradición (que de eso hablaré más adelante) y la recepción moderna de la Antigüedad, con la gente que he conocido en este camino lleno de piedras, de las frikadas en la cafetería, los paseos por Vitoria, los momentos de soledad entre libros en la Sala Homero.

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martes, 10 de abril de 2018 |

El baile de las luciérnagas, de Kristin Hannah

Ya conocía de oídas a la autora por su obra "El ruiseñor", que me la han recomendado hasta la saciedad. Pero este título me lo recomendó una de un grupo de Facebook sobre libros ya que me había gustado mucho "Pan de limón con semillas de amapola". Me gusta leer novelas escritas por mujeres que hablan de otras mujeres (abro paraguas, por los marichulos más que nada). De hecho, me he dado cuenta de que de doce novelas que llevo leídas este año solo una fue escrita por un hombre. 

También quiero decir que no quiero hacer reseñas de todos los libros que leo porque no quiero saturar el blog, solo reseño aquellos libros que me han encantado o si por el contrario eran más malos que pegarle a un padre con un calcetín sudado. Y este es una excepción, porque ni me ha entusiasmado ni me ha parecido espantoso. Dejando de lado de que el ritmo de la novela me ha parecido algo lento, en ocasiones, me gustaría destacar algunas cosas. 

El libro nos relata treinta años de amistad entre las dos protagonistas, Katie y Tully. Esta última procedente de una familia desestructurada, el padre se fue a por tabaco y no volvió y la madre es una "hippilonga drogata" que no se hace cargo de su hija, o más bien va pasándosela a la abuela como una pelota de fútbol. Por el contrario, Katie pertenece a una familia "normal" y tradicional. Se conocen en los años setenta, cuando ambas eran adolescentes. Katie es una chica solitaria y Tully es la típica chica popular, supermegaguachi. ¿Cómo se iba a fijar Tully en la invisible Katie? Pues un hecho atroz las acaba uniendo, y crearan un vínculo muy especial entre ellas que durará años. 

El problema principal que le veo a esta historia es que intentan vender una "amistad eterna y verdadera" y yo no me he creído ni un momento que eso sea amistad de verdad. Tully de alguna manera arrastra a Katie, y hace sus propios sueños sean también los de ella. Cuando Katie se da cuenta de esto, es demasiado tarde. Esta historia como ya he dicho dura tres décadas, así que conocemos a dos adultas muy distintas: Katie como ama de casa con tres hijos y Tully como una estrella de la televisión, a su libre albedrío. Y por supuesto, Tully metiendo cizaña entre Katie y su hija adolescente, Marah. Para Marah Tully es un ejemplo, la persona que más admira pero tiene una relación muy conflictiva con su madre. Tully no ayuda a mejorar esa relación pero no quiero revelar demasiado de la trama.

El trágico desenlace me lo veía venir. Venga, hombre. A la lágrima fácil, como siempre.


lunes, 9 de abril de 2018 |

Ciega a citas (reposición misógina)

La reposición de la serie "Ciega a citas" comenzó la  semana pasada en Divinity. No me gusta nada esa cadena orientada exclusivamente a mujeres, ni los valores que transmite: programas de decoración, de bodas, de encontrar la casa de los sueños...porque las mujeres, evidentemente, no podemos tener más ambiciones que entrar en el vestido de novia perfecto, encontrar la casa perfecta y casarnos con el hombre perfecto. Además, hay un extraño suceso que creo que Iker Jiménez debería de ir a investigarlo. El 99% de sus películas de sobremesa acaban en boda. Os lo juro.
 
Dicha serie nos presenta al personaje de Lucía González, nos la presentan como una chica fracasada porque es gorda (aunque sinceramente, yo a esa chica no la veo gorda) y ya pasa de la treintena y todavía no ha encontrado el amor de su vida. ¡Ah! Pero ojo al dato, Lucía es una persona buena y maravillosa. Porque claro, si eres gorda y fea solo te queda ser una hermanita de la caridad. Todo el meollo de la serie empieza cuando la hermana de Lucía, Irene anuncia su boda. Ella es más joven, más guapa y sobre todo más delgada que su hermana, el orgullo de su madre, en definitiva. Su madre vaticina que Lucía irá a la boda sin novio, con sus kilos de más y vestida de negro (porque el negro estiliza). Ella dice que no será así, tendrá nueve meses para adelgazar, renovar armario y encontrar al padre de sus hijos.
 
Deleznable, de verdad, la doble morar de la cadena. Tanto que reivindicaron la huelga el pasado 8 de marzo, tanto eslogan de "sin ellas el mundo se para" pero siguen poniendo en la parrilla el mismo contenido misógino. Dando la imagen de que lo opuesto al fracaso es casarse, que solo así una mujer va a poder sentirse realizada.
¿A dónde vamos a llegar?

viernes, 6 de abril de 2018 |

Hija única, de Anna Snoekstra

Mi hermana, esa que me hace grandes recomendaciones. Dejadme en los comentarios si queréis que le dé un espacio en el blog para que nos ilustre con sus grandes novelas. ¿Os gustan las películas de sobremesa del sábado por la tarde, de Antena 3? Si es así, ponte cómodo porque este libro lleva tu nombre. 

La autora nos relata una historia más surrealista que cualquier novela fantástica con elfos y dragones. Sita en Australia y nos cuenta dos historias en paralelo. Hace diez años, Rebecca Winter, una joven de dieciséis años desaparece cuando regresa del trabajo, sin dejar rastro. Por otra parte, diez años después una joven ve un reportaje de la chica desaparecida, y casualmente, el parecido físico con ella es pasmoso. Pues oye, que no se le ocurre otra cosa que hacerse pasar por ella. Pero claro, aquí hay muchas incógnitas, ¿qué pasó con la verdadera Rebecca Winter? ¿Está viva o está muerta?

Este amago de thriller es sorprendentemente adictivo. Pero en ocasiones los sucesos que acontecen la  novela son sumamente ridículos. ¿Cómo unos padres no pueden reconocer a su propia hija que desapareció ya con 16 años? ¿Cómo puede burlar la falsa Rebecca una prueba de ADN solicitada por la policía en repetidas ocasiones?

En resumen, un libro sencillito, sin pretensiones, fresquito para la primavera, que mantiene en vilo al lector y le sacará alguna carcajada debido a la surrealista trama.

lunes, 2 de abril de 2018 |

Pan de limón con semillas de amapola, de Cristina Campos

Había oído hablar mucho sobre esta novela pero algo me tiraba para atrás, el título y la portada me parecían cursis a más no poder. Menos mal que, a veces, dejo mis prejuicios aparcados y me lanzo sin red. Contiene todos los ingredientes que me gustan en una novela: buenos personajes y realistas, además de un poquillo de drama sin llegar al melodrama barato.

La autora nos adentra en la historia de dos hermanas que, por circunstancias de la vida, se separaron hace treinta años y se han visto en contadas ocasiones. Marina, la protagonista, dejó su lugar natal, Mallorca, para ir a estudiar a un internado de EEUU y después se hizo ginecóloga y se fue con Médicos sin Fronteras a lugares recónditos como Etiopía. Por contraposición, está Anna, que representa a un modelo de mujer más "tradicional", que nos resulta tristemente más cercana. Su madre le inculcó la idea de que debía casarse  y tener hijos. Y así conocemos a Anna, madre de una adolescente y casada con un hombre al que ya no quiere. El reencuentro de las hermanas se produce por causa del misterio de una herencia de una mujer que no conocían, un molino y una panadería, lo que hace regresar a Marina de Etiopía. 

La novela arranca con fuerza, sabemos el trágico desenlace desde el primer momento y ya se nos escapan las lágrimas. Y cuando la historia retorne al mismo punto, se vuelve a llorar como la primera vez. Los puntos más fuertes de la novela son el desarrollo de Marina y Anna y su relación como hermanas. Con una prosa sencilla pero directa, es una de esas novelas en las que importan más las emociones y los sentimientos que las acciones.

La otra gran protagonista es Mallorca, que nunca he visitado pero te dan ganas de viajar a ese pueblecito del Mediterráneo. A través de su autora conocemos a los habitantes, sus costumbres y la comida tiene un peso muy importante, aunque más concretamente el pan de esa panadería que han heredado, el pan que da título a la novela. Es una receta elaborada por la propia Cristina Campos que dejo aquí por si alguien se anima. 

Se avecina una película de la novela aunque de momento no se sabe demasiado. Esperemos que la autora pueda meter mano en el guion y pronto podamos ir a verla al cine.