martes, 30 de octubre de 2018 |

Caperucita Roja (Especial Halloween)

 "Los años pasan y son tantas veces que he contado la historia, que ya no sé si la recuerdo de veras o si solo recuerdo las palabras con que la cuento" Borges
                                                                  


Os sorprenderá que haya escogido el tema de Caperucita Roja como especial de Halloween. Me diréis que se os ocurren muchos clásicos de terror para analizar, a saber, Frankenstein, El retrato de Dorian Gray, Drácula, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Otra vuelta de tuerca, entre otros muchos títulos. Sí, a mí también me parece que la literatura gótica es un buen tema para tratar en un blog principalmente literario en Halloween.
Pero no voy a hablar del cuento que todos conocemos y que a todos nos contaron antes de dormir, voy a ir mucho más allá. Voy a rastrear sus orígenes, sus distintas versiones. Los cuentos originales son mucho más escabrosos que las versiones de Disney, de hecho, haciendo un repaso por la filmografía de la factoría veremos una clara evolución. Comparad Blancanieves o La bella durmiente con Frozen, por ejemplo. O comparad Bambi o Dumbo con Rompe Ralph. Comprobaréis que estas últimas películas son más inocentes, menos oscuras. Y es que cada vez se tiende más a la sobreprotección de los niños. Aunque es cierto que los problemas a los que tenía que enfrentarse un niño en la actualidad -al menos en la sociedad occidental- no es lo mismo que a lo que debía enfrentarse un niño de la época medieval o un niño judío de la Segunda Guerra Mundial.

En primer lugar, tenemos que olvidarnos de que nosotros vivimos en una sociedad cuya cultura es escrita (ya sé que es algo debatible porque me podríais decir que es una sociedad audiovisual). Pero en cualquier caso, olvidaos de nuestra época e intentad viajar en el tiempo: sin Internet, sin radio, sin televisor. Y tened en cuenta un detalle: hoy en día la alfabetización en nuestra país ronda el 98% y quien más o quien menos ha tenido oportunidad de ir al colegio y de aprender a leer. Otro debate sería si la gente entiende lo que lee, pero no es el tema. Pero situémonos en ese viaje hacia atrás en el tiempo, la mayoría de personas normales y corrientes no tenían ni acceso a la educación ni tampoco sabían leer. No podían acceder a la prensa, ni leer libros, era una sociedad en la que la oralidad tenía muchísimo peso, era la única manera de transmitir un mensaje.

Si hay algún filólogo clásico leyéndome le sonará demasiado el ejemplo que voy a exponer, el de los poemas homéricos. Los demás, si tenéis algún ejemplar de la Ilíada o la Odisea, os invito a que los cojáis en vuestras manos. Pesan, ¿verdad? Muchos caeríais en el error garrafal de decir que "Homero escribió la Ilíada y la Odisea", y no porque aun se dude de la autoría de los poemas, sino que porque deberíamos decir que "Homero compuso" porque allá por el siglo VIII, en época de Homero, la escritura era un mero soporte para elaborar listas de víveres o enseres. Un ejemplo actual, la lista de la compra. Los poemas homéricos fueron compuestos de forma oral y se transmitían de la misma manera. Curiosamente, hay estudios científicos que postulan que las personas analfabetas tienen una capacidad de memoria muy superior al de personas que saber leer y escribir. Y digo curioso porque estas personas al alfabetizarse pierden todas sus facultades de memorización.

Teniendo esta parte clara, decir que definimos el cuento de hadas como una narración breve que con elementos de fantasía que pretenden dar una enseñanza. ¿Y qué tiene esto que ver con Homero? Pues que los cuentos aparte de entretener tenían la función de ser didácticos en una sociedad con poco acceso a la palabra escrita. Se transmitían oralmente de padres a hijos, de hecho seguramente pidas a una clase de veinte niños que te escriban el cuento de "Caperucita" y no habrá dos versiones iguales. Por ejemplo, mi abuela me contaba el cuento de Hansel y Gretel y la casa de la bruja en vez de chocolate y azúcar era de pan y pimiento. Hay ciertos cuentos que no serían extrapolables a esta diversidad de versiones porque el imaginario de Disney nos ha transmitido sus propias versiones de algunos cuentos (Blancanieves, Cenicienta, La bella durmiente, La sirenita) que aceptamos como únicas y verdaderas.

Como he dicho, los cuentos tienen una intención didáctica, moralizante y son necesarios para la evolución y madurez del niño. Los cuentos transmiten mensajes directos, implícitos y simbólicos, al alcance de sus pequeñas (pero a la vez grandes) mentes. Algunos cuentos se presentan en forma de advertencia de lo que el niño puede encontrarse a lo largo de su vida, en cierto modo son como una preparación para situaciones en las que puede llegar a encontrarse, pero se las presenta de un modo más simplista que la realidad. Cada cuento plantea una consecuencia a un acto moralmente cuestionable, por ejemplo, en el cuento que vamos a analizar, Caperucita no sigue las instrucciones que le da su madre de no desviarse del camino.

Por supuesto, el cuento tiene que tener un final feliz para el héroe y el malvado tiene que recibir un castigo. ¿De que otro modo podríamos impulsar a los  niños a portarse bien si no les presentamos el mundo como algo justo (aunque los adultos sabemos que no lo es)? . Además, el niño desea que el destino del cuento sea el mismo que este pretendía para el héroe. Por ejemplo, en Hansel y Gretel, la bruja quiere cocinar a los niños y finalmente, esta cae en el horno. Es necesario para el niño que al final el orden se restablezca en el mundo, que el mal sea eliminado del mundo del héroe.

Buscando información para esta entrada me ha parecido interesante la información obtenida acerca de la simbología. En los cuentos más clásicos (no sé si esto sería extrapolable a los cuentos más  modernos) que el protagonista sea un niño representa el desarrollo moral, mientras que si la protagonista es una niña representa el desarrollo sexual de la misma. Las brujas, las madrastras representan a las madres y el "complejo de Edipo", etapa en una niña en la cual manifiesta amor por su padre y rivalidad por su madre. Por contraposición, tenemos a los gigantes, brujos, reyes que representan el "complejo de Electra" (el caso contrario al de Edipo). También tenemos a un personaje recurrente "el leñador o cazador" que representa a los hermanos mayores, una figura masculina paternal.

Centrándonos más en el quid de la cuestión, la primera Caperucita de la que se tiene constancia es medieval y se le atribuye a un tal Egberto. Escribió un breve poema en latín con una versión distinta pero con un dato que lo hace reconocible: la prenda roja que porta la niña. En este poema están ausentes la madre, la abuela y el cazador. Por lo tanto, no tenemos el elemento de la cesta ni hay dos caminos para elegir. Caperucita se adentra en el bosque y un lobo la caza para llevársela como comida a sus lobeznos. La moraleja que se saca de esta historia es que es una imprudencia adentrarse en el bosque.

Pero antes de Perrault circulaba otra versión del cuento por Italia y Francia, denominada "La falsa abuela". Empieza como el cuento que todos conocemos, pero al encontrarse al lobo, este le da dos caminos como opciones: uno de alfileres y otro de agujas. El lobo llega a casa de la abuelita antes que la  niña y la mata, la descuartiza, se come su carne y se bebe su sangre aunque deja una parte en la despensa. Cuando Caperucita llega, le ofrece la carne y la sangre. Entonces le pide que se desnude y se meta en la cama con él. Ella se despoja de su ropa y la arroja al fuego. Una vez acostada, comienza el diálogo que todos sabemos de: "abuelita, abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!". Cuando el lobo pronuncia las palabras "¡Es para comerte mejor", la niña se da cuenta del engaño. Esta le dice al lobo que quiere ir al bosque a hacer sus necesidades y como no se fía de ella le ata un hilo al pie. Este se rompe y ella logra huir.

Lo primero que quiero decir, es que hay una clara connotación y simbolismo sexual en este cuento. Aunque los niños no lo perciban de este modo y se queden con el "no te fíes con desconocidos" y "no desobedezcas".  Recordemos que el que la protagonista sea niña simboliza el desarrollo sexual. La caperuza es del color de la menstruación, representa la menarquia y la pubertad. Al igual que en Blancanieves aparece el mismo significado pero representado mediante el símbolo de la manzana, o en el caso de La bella durmiente, la sangre al pincharse con la rueca. Como dato curioso, en las historias en las que transcurren varios años durmiendo a causa de un hechizo, ese despertar por el primer beso de un príncipe es el despertar sexual de la joven.

El hombre-lobo, como habéis podido adivinar, simboliza al hombre seductor (con connotaciones negativas, claro está). La niña, en este caso, mantiene una actitud activa y no se asusta de lo desconocido, le atrae el mundo exterior y ahí radica el peligro. Esa actitud ante lo desconocido también representa la adolescencia, esa etapa en la que se quiere descubrir el mundo por cuenta propia y no se piensan en los riesgos que se corren.  Esta historia iba dirigida a un público adulto y por lo tanto, no tiene moraleja.

Perrault, en cambio,  nos presenta a una niña indefensa a la que su propia sexualidad la pone en peligro. La figura del hombre-lobo también tiene esa connotación sexual, representa el peligro. Esa sexualidad de la niña no se aprecia en la historia que nos relata los hermanos Grimm y el lobo es un simple animal salvaje que quiere saciar su hambre, saciar su instinto y por eso se come a la abuela y a la niña. Los hermanos Grimm añade el personaje del cazador (figura paternal).

En cuanto a la simbología de los objetos, Perrault nos describe una cesta con una torta y una orza de manteca, que nos evocan a los ritos de iniciación dedicados a las divinidades femeninas como Atenea o Ártemis. En cambio, los Grimm hace que la niña porte vino y pastel. La madre insiste mucho en que tenga cuidado en no romper la botella. ¿Adivináis que simboliza la botella? La virginidad de la joven.

Si nos referimos a los lugares, nos encontramos el pueblo y la casa de la abuelita, que Caperucita reconoce como lugares seguros. Representan los lugares, en la vida adulta y en la infancia. Por contraposición, tenemos el bosque, el lugar donde habitan fieras salvajes y simboliza el camino a la iniciación.

El mensaje que quieren transmitir tanto Perrault como los hermanos Grimm son distintos. El primero quiere dar una advertencia a las jovencitas, provocarles miedo y que tengan cuidado con los hombres. En cambio, los mencionados hermanos no quieren asustar a los niños, sino educarlos en valores. Para ellos, esta historia tiene una finalidad didáctica.

Espero que os haya gustado esta entrada, me he dejado mucha información en el tintero pero prefiero sintetizar y que sea algo más corto. Me gustaría que me dijerais en los comentarios qué versión del cuento os contaban a vosotros, si creéis que hoy en día se les sobreprotege demasiado a los niños, cuáles son vuestros planes para Halloween.  Me despido con una canción, "Caperucita" de Ismael Serrano, y como siempre, os pido que si os ha gustado la entrada me sigáis por mis redes sociales y me sigáis en el blog.


2 comentarios:

Dreaming Books in Rainy Days dijo...

¡Hola!
Vaya, me has dejado impresionada con toda la información que has conseguido recopilar, y más aún contarlo de esa manera tan enganchadora.
Espero más como estas entradas para Navidad.
¡Un saludo!

Marieta Lalu dijo...

¡Hola!

Me ha gustado mucho que traigas tanta información sobre Caperucita a tu blog ^^. De hecho, es uno de los cuentos que más me gusta😊. Y yo recuerdo que antes de la versión que todos conocemos había una "más oscura". Pero me ha gustado mucho conocer más información. Así que muchas gracias por traer esta entrada a tu blog😊.

¡Besos y nos leemos!

Marieta ~ Relatos de una náufraga

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