''La esperanza nunca es destructiva. La esperanza es lo que te ayuda a seguir adelante –dije.
Y lo decía en serio. La esperanza es tan necesaria como el agua o como el aire que respiras. Sin ella, todos podríamos terminar por lanzarnos desde el embarcadero a las aguas oscuras del mar"
Hay libros que pasan por una misma sin pena ni gloria, que simplemente cumplen con su función, entretener. Otros que llegan en el momento adecuado e impactan dentro de ti como un meteorito, arrasando con todo lo que hay alrededor. Este es el caso de Una tarta de manzana llena de esperanza.
Con un estilo sencillo pero directo, además de polifónico, la autora nos lleva de la mano de sus dos protagonistas. En primer lugar, tenemos a Oscar, un chico de catorce años con un don especial: el de hacer tartas de manzana "mágicas" porque tienen el poder de hacer felices a quienes la comen. En segundo lugar, está Meg, la mejor amiga de Oscar, que tiene que trasladarse de Irlanda a Nueva Zelanda durante seis meses.
La historia comienza con la desaparición de Oscar, que aunque no se haya encontrado su cuerpo, se le da por muerto. Solo Meg y su hermano Stevie piensan que podría estar vivo. Pero la autora nos retorna a meses atrás y poco a poco vamos conociendo qué ocurrió en la ausencia de Meg, qué es lo que le llevó a Oscar a desaparecer.
Supongo que no es un libro para todo el mundo porque no es un libro en la que la acción tenga demasiada relevancia, sino es una historia sobre sentimientos y emociones. La amistad, la verdadera amistad, y la esperanza son sus temas principales. Siempre queda una miga de las tartas llenas de esperanza, la esperanza de que algo cambie el rumbo de las circunstancias. Pero la autora no sabe que a veces, aunque queden migas sobre la mesa alguien viene a tirarlas a la basura, y entonces es cuando lo has perdido todo. La esperanza es el motor que mueve el mundo, y sin esperanza no hay nada.
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