jueves, 4 de enero de 2018 |

Déjalo libre

Me asombra lo apegados que estamos a nuestros bienes. El síndrome de Diógenes está presente en nuestras vidas, en menor o mayor grado, pero acumulamos enormes cantidades de objetos que realmente no necesitamos. Aun así, llega un momento en nuestras vidas en el que tenemos que hacer limpieza sí o sí y toca deshacerse de ese cajón de cables, de ese montón de ropa que no nos entra. Y bueno, una vez que os habéis puesto al lío no cuesta deshacerse de ciertas cosas. Pero me doy cuenta de lo apegadas que están las personas a sus libros (aunque no los lean).
Hace unos años me pasé al formato electrónico, por una cuestión económica y de espacio. Y sí, sí sigo leyendo en papel, al contrario que el resto de mi familia (para ellos el descubrimiento del Kindle fue solo un viaje de ida). Soy una de esas personas románticas a las que les gusta el libro en papel, olerlo, pasar páginas. Además, de darme baños de espuma con ellos y de escribir, subrayar en ellos. Cuando cuento esto se llevan las manos a la cabeza. ¡Tranquilos! ¡Solo lo hago con mis libros! Nunca entenderé a esas personas que leen sin querer abrir demasiado el lomo "para que no se doble", y menos a los que los forran de papel de periódico para evitar cualquier desperfecto durante su lectura. Los libros tienen vida propia, y los seres vivos tenemos cicatrices, heridas, no permanecemos recién salidos de fábrica. Cada marca de nuestro cuerpo tiene su propia historia, cada página doblada de un libro tiene algo detrás. Leer un libro subrayado por otra persona es llegar al mismo sitio pero por distinto camino, por el camino de su interior.

No veo necesidad de acumular libros y más libros. Deteneos a mirar vuestras estanterías. ¿Cuántos libros os decepcionaron? ¿Cuántos no os han gustado? ¿Cuántos libros que no hayáis leído y no pensáis leer tenéis? Tener un libro cogiendo polvo es tener un gorrión enjaulado, que no puede volar libre, ni oportunidad de volver a hacer volar.

Hay que dejar hueco en las estanterías para que puedan llegar a ti otras historias. Así que, déjalo libre.


1 comentarios:

Unknown dijo...

Buff, pides mucho.

Si que alguna vez he tenido que hacer limpieza de libros por cuestión de espacio, pero puedo asegurar que una parte de mi corazón murió cuando salió de mi casa.

De hecho prestar un libro es como pedir a alguien que cuide de tu hijo. (Tienes que saber que lo va a respetar, querer, cuidar y devolver) XD

Publicar un comentario