Ya conocía de oídas a la autora por su obra "El ruiseñor", que me la han recomendado hasta la saciedad. Pero este título me lo recomendó una de un grupo de Facebook sobre libros ya que me había gustado mucho "Pan de limón con semillas de amapola". Me gusta leer novelas escritas por mujeres que hablan de otras mujeres (abro paraguas, por los marichulos más que nada). De hecho, me he dado cuenta de que de doce novelas que llevo leídas este año solo una fue escrita por un hombre.
También quiero decir que no quiero hacer reseñas de todos los libros que leo porque no quiero saturar el blog, solo reseño aquellos libros que me han encantado o si por el contrario eran más malos que pegarle a un padre con un calcetín sudado. Y este es una excepción, porque ni me ha entusiasmado ni me ha parecido espantoso. Dejando de lado de que el ritmo de la novela me ha parecido algo lento, en ocasiones, me gustaría destacar algunas cosas.
El libro nos relata treinta años de amistad entre las dos protagonistas, Katie y Tully. Esta última procedente de una familia desestructurada, el padre se fue a por tabaco y no volvió y la madre es una "hippilonga drogata" que no se hace cargo de su hija, o más bien va pasándosela a la abuela como una pelota de fútbol. Por el contrario, Katie pertenece a una familia "normal" y tradicional. Se conocen en los años setenta, cuando ambas eran adolescentes. Katie es una chica solitaria y Tully es la típica chica popular, supermegaguachi. ¿Cómo se iba a fijar Tully en la invisible Katie? Pues un hecho atroz las acaba uniendo, y crearan un vínculo muy especial entre ellas que durará años.
El problema principal que le veo a esta historia es que intentan vender una "amistad eterna y verdadera" y yo no me he creído ni un momento que eso sea amistad de verdad. Tully de alguna manera arrastra a Katie, y hace sus propios sueños sean también los de ella. Cuando Katie se da cuenta de esto, es demasiado tarde. Esta historia como ya he dicho dura tres décadas, así que conocemos a dos adultas muy distintas: Katie como ama de casa con tres hijos y Tully como una estrella de la televisión, a su libre albedrío. Y por supuesto, Tully metiendo cizaña entre Katie y su hija adolescente, Marah. Para Marah Tully es un ejemplo, la persona que más admira pero tiene una relación muy conflictiva con su madre. Tully no ayuda a mejorar esa relación pero no quiero revelar demasiado de la trama.
El trágico desenlace me lo veía venir. Venga, hombre. A la lágrima fácil, como siempre.
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