La reposición de la serie "Ciega a citas" comenzó la semana pasada en Divinity. No me gusta nada esa cadena orientada exclusivamente a mujeres, ni los valores que transmite: programas de decoración, de bodas, de encontrar la casa de los sueños...porque las mujeres, evidentemente, no podemos tener más ambiciones que entrar en el vestido de novia perfecto, encontrar la casa perfecta y casarnos con el hombre perfecto. Además, hay un extraño suceso que creo que Iker Jiménez debería de ir a investigarlo. El 99% de sus películas de sobremesa acaban en boda. Os lo juro.
Dicha serie nos presenta al personaje de Lucía González, nos la presentan como una chica fracasada porque es gorda (aunque sinceramente, yo a esa chica no la veo gorda) y ya pasa de la treintena y todavía no ha encontrado el amor de su vida. ¡Ah! Pero ojo al dato, Lucía es una persona buena y maravillosa. Porque claro, si eres gorda y fea solo te queda ser una hermanita de la caridad. Todo el meollo de la serie empieza cuando la hermana de Lucía, Irene anuncia su boda. Ella es más joven, más guapa y sobre todo más delgada que su hermana, el orgullo de su madre, en definitiva. Su madre vaticina que Lucía irá a la boda sin novio, con sus kilos de más y vestida de negro (porque el negro estiliza). Ella dice que no será así, tendrá nueve meses para adelgazar, renovar armario y encontrar al padre de sus hijos.
Deleznable, de verdad, la doble morar de la cadena. Tanto que reivindicaron la huelga el pasado 8 de marzo, tanto eslogan de "sin ellas el mundo se para" pero siguen poniendo en la parrilla el mismo contenido misógino. Dando la imagen de que lo opuesto al fracaso es casarse, que solo así una mujer va a poder sentirse realizada.
¿A dónde vamos a llegar?
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