jueves, 8 de febrero de 2018 |

Desventuras de trabajar en caja (parte I)

Después de ser repartidor de publicidad, creo que el peor trabajo del mundo es cualquiera que implique soportar gente.  La gente. Gente. La plaga de este mundo. Además, el cliente siempre tiene la razón, por muy evidente que sea que es culpa suya. Hoy os vengo a contar anécdotas que me hicieron perder la fe en la humanidad de mis tiempos como cajera en un local de comida rápida.
Viene una chica y me pregunta:
- Oye, ¿el helado sale muy frío de la máquina?
Y te sorprendes a ti misma respondiendo:
- No, tranquila, no sale muy frío.
Una pandilla de chavales casi a la una de la mañana, con una trompa encima.
- ¿Me pones una cangreburger?
- No tenemos. Vas a tener que ir al fondo del mar.
- Perdona, ¿la hamburguesa de un euro cuánto vale?
- Perdona, ¿la hamburguesa de pollo es de pollo o de carne?
Una señora
- Ay, ¡cómo me duelen las verticales!
- Oye, ¿por qué se ha roto la máquina de helado?
- No sé.
- Qué tía más inculta. Anda, dame una tarrina de bayonesa.
- Un helado, por favor.
- No funciona la máquina.
- Pues me cago en tu puta madre
- Oye, yo te he dado un billete de 50 euros.
- No. Me has dado uno de 20.
Ese era mi día a día. Estas cosas desde luego que no venían incluidas en el sueldo. La madre. Las cosas que tenía que aguantar. Un día veo entrar a una pareja de novios gitanos que venían a hacerse las fotos de la boda. Ver para creer. Y se las hicieron. Yo salí en el reportaje.

1 comentarios:

Dyn dijo...

Me has pillado con gripe y buen humor, por lo que me he reído tanto que me ha entrado un ataque de tos y casi me muero. XDD

-DA-

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