martes, 13 de febrero de 2018 |

Terror en Roma

Come è bella c'è la luna brilla e strette
strette come è tutta bella a passeggiare
sotto il cielo di Roma.
Roma, caput mundi. La ciudad eterna. Yo una jovencilla de primer curso de Filología Clásica aterricé en la capital de Italia. Con la ciudad a mis pies y varios días por delante para recorrer los monumentos que solo había visto en libros de texto, en descripciones de los autores antiguos. Era un sueño. ¿Qué podía ocurrir?
Habíamos alquilado una habitación en un coqueto camping a las afueras de la ciudad. Ambiente juvenil, piscina, tranquilito y al lado del tren. Para llegar al centro combinábamos tren y metro, recorriendo en total unos 20 km. ¿Qué más se puede pedir? El primer día que llegamos al camping fue por la tarde y después de descansar un rato del viaje decidimos ir a dar una vueltita por Roma. ¡En buena hora!
A eso de las diez de la noche decidimos retirarnos pero no contamos con un pequeño detalle. El metro estaba cerrado a esas horas. ¿A esas horas? ¿En verano? Pues sí. Horario europeo. Los italianos no son muy trasnochadores. De repente reinó el caos, no había autobuses tampoco. ¿Qué hacíamos? Pues lo que se hace en estos casos, coger un taxi. 
Casualidad vimos un taxi. Allí nos metimos mi amiga y yo. El taxista era plurilingüe porque hablaba español, italiano e inglés. Le dijimos la dirección del camping. Y en cuestión de minutos perdió sus habilidades lingüísticas y solo hablaba italiano. Según él, no sabía dónde estaba el camping ni tampoco dónde estábamos. Dos horas aterrorizadas dentro de ese taxi. ¿Nos querrá descuartizar? ¿Nos violará? ¿Acabaremos destripadas en un terraplén? De noche, por parajes desérticos, sin civilización. Todo campo. Os juro que parecía una película de terror. Por fin, el buen señor (por llamarlo de alguna manera) nos soltó en nuestro destino. Cien euros por el paseo. Hijo de puta.
Y así es cómo te amargan una experiencia maravillosa. No fue la última vez que nos timaron en ese viaje. Al lado del Coliseo había un sujeto vestido de romano, que te animaba a que te acercaras donde él para haceros una foto, con tu cámara. Cinco euros. A partir de ahí, cada vez que se me acercaba alguien salía por patas.
Moraleja: si vas a Roma, usa transporte público.

1 comentarios:

Dyn dijo...

Aquí también pasa. Me han intentado hacer lo del taxi del curro a casa varias veces.
"Sé dónde vivo y sé por dónde se va y por dónde no. Si me haces un paseo turístico, lo agradezco pero no lo pago".
La próxima vez que parezca que el chófer no tiene idea de a dónde va, te bajas y coges otro. XD

Por si vas a Marrakech: lo de los soldados pasa con los monos. Si le haces una foto al mono o te sacas una foto con el mono 50Dirhams (5€)

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