domingo, 6 de enero de 2019 |

Distintas Medeas (Especial Reyes Magos)

Hoy os traigo un poco de mitología griega, y al que no le guste ya sabe lo que tiene que hacer, irse del blog. No sé qué le deparará el 2019 al blog porque, como sabéis, soy un poco veleta y me gustan demasiadas cosas. Antes publicaba más a menudo pero últimamente prefiero publicar menos y que sean entradas de mayor calidad. Claro que habrá reseñas este año pero intentaré hacer más cosas: más cuentos de hadas,  más mitología, más literatura y sobre todo, más feminismo y reflexiones.
 
Lo que más me gusta de la carrera es la tragedia griega (asignatura que padecí como se padece una piedra en el riñón) porque me gusta el dramón y la mitología. Tengo pendiente hacer una entrada sobre Antígona y uno de mis sueños es escribir un guion con una versión moderna de este personaje, pero sin embargo hoy os traigo una entrada sobre Medea. Que la obra es muy yo. Drama y sangre. Este personaje es especial para mí porque mi trabajo de fin de grado trataba de la adaptación cinematográfica que hizo Lars von Trier sobre este mito (sí, soy muy fan de Trier). No voy a incluir en esta entrada esta película porque en un futuro quiero escribir largo y tendido sobre ella.
 
 Y antes de meterme en el meollo del asunto, os recomiendo dar una oportunidad a los clásicos griegos (yo y los clásicos latinos no  nos llevamos bien) y en especial, a la tragedia. A pesar de los más de dos mil años que nos separan, descubriréis que sus preocupaciones y las nuestras son tan diferentes.
 
El personaje de Medea
 
 Medea es hija del rey de Cólquide, por tanto nieta del Sol y de Circe. Supuestamente también hija de Hécate. Sin ella, Jasón no podía haber conseguido el Vellocino de Oro porque le dio la forma de protegerse contra las quemaduras de Hefesto y adormece el dragón con sus hechizos.

Según Diodoro, Medea era una princesa con grandes sentimientos, en contra de las atrocidades de su padre. Por esto es encarcelada por Eetes, aunque no le resulta difícil escapar y precisamente el día en que los Argonautas desembarcaron en Colco. Jasón le prometió a Medea que la convertiría en su esposa a cambio de su ayuda. Le ayudó a conseguir el vellocino de oro, y Medea huyó con Jasón y los Argonautas. Para conseguirlo, ella tuvo que traicionar a su padre y se llevó a su propio hermano Apsirto, al que no dudó en matar para retrasar la persecución de Eetes.

El matrimonio de Medea y Jasón no se realizó inmediatamente, se aplazó hasta la escalada efectuada en el país de Alcínoo, impuesto de alguna forma por Arete. Alcínoo había decidido entregar a ésta a los emisarios de Eetes, que la reclamaban para castigarla, solo si era virgen. Arete la previno, y Jasón se unió a ella para salvarla en la gruta de Macris.

De regreso a Yolco, Medea empieza vengándose de Pelias. Persuadió a las hijas del rey, alegando que era capaz de rejuvenecer con una composición mágica que sabía hacer. Delante de ellas, descuartizó un carnero echando en un caldero los trozos, y en un momento salió un corderillo. Las hijas de Pelias hicieron lo mismo pero éste no volvió a salir del caldero. Después de esto, Acasto, hijo de Pelias, desterró a Medea y a Jasón.

 Otra versión cuenta que Medea desembarcó sola del Argo y se trasladó a Yolco disfrazada de Ártemis. Realizado el crimen, Medea huye y horrorizada por lo que acaba de hacer va en busca de Jasón, y éste entregó el reino al hijo de Pelias, quien le había acompañado en la búsqueda del toisón contra la voluntad de su padre. Después, Medea y Jasón se van a vivir a Corinto.

 En Corinto existía un culto de “los hijos de Medea” que pudo dar origen al siguiente episodio de la leyenda de la colquidea. Vivieron en Corinto hasta que el rey Creonte quiso casar a su hija con Jasón. Decretó el destierro a Medea pero ésta consiguió obtener la prórroga de un día. Impugnó de veneno un vestido, y se lo hizo llegar a la hija de Creonte por mediación de sus propios hijos. Ésta ardió en llamas inmediatamente y murió junto con su padre que acudió en su auxilio. El palacio también se incendió. Mientras tanto, Medea aprovecha y da muerte a sus hijos en el templo de Hera, y después escapa a Atenas, volando en un carro tirado por caballos alados.
 
 
Medea de Eurípides

Para configurar este breve estudio es necesario saber en qué marco cultural y político nos movemos. Para esto, hay que tener en cuenta que la fuente de más relevancia es la Medea de Eurípides, por eso quizá sea importante y de gran ayuda entender en qué circunstancias se encontraba el territorio griego para saber por qué Eurípides quiso resurgir este mito y por qué hizo los cambios que hizo. Es evidente, que la visión de este autor es la que, a pesar de los siglos que nos separa de la civilización antigua, es la que pervive.

Podríamos encontrar en la Medea de Eurípides un fuerte eco del debate intelectual y política que agitaba en su tiempo. Por lo que el poeta trágico recoge los valores de la sociedad ateniense como maestro y crítico del comportamiento de los valores que debían regir los ciudadanos para con la polis pero también como testigos de un período crucial en Atenas. En su obra se refleja los logros de la democracia, aunque no se puede entender sin la Guerra del Peloponeso.

  Sabemos que la obra fue presentada en las Grandes Dionisíacas y fue presentada al concurso de tragedias junto con Dictis, Filoctetes y el drama satírico de Los segadores, en el año 432-431 a.C., meses después de que el ataque tebano a Platea desencadenando la Guerra del Peloponeso, que empezaría con la invasión al Ática guiada por el rey de Esparta Arquidamo.

El conflicto de Corcira- Epidamno-Corinto, el asunto de Potidea, las acciones Perdicas de Macedonia y la promulgación del Decreto Megárico fueron los hechos que hicieron que Atenas y Corinto rompiesen el tratado del 446-445. Corinto maniobró junto con el Peloponeso para echarle la culpa a Atenas de haber roto el Tratado de los 30 años y declararle la guerra.

La ley del más fuerte fue impuesta por los embajadores atenienses que estaban en Esparta en el momento en que Corinto presentaba sus quejas contra Atenas. El mismo principio será aludido posteriormente por Pericles, ya iniciada la guerra, cuando señale que el Imperio se ha convertido en una tiranía, hecho injusto pero necesario. Aunque esto choca con los ideales democráticos de esa época en Atenas. 

 En el supuesto discurso de Pericles, redactado por Tucídides, habla sobre la postura que tiene que tener Atenas frente a Esparta: no ceder a sus exigencias y defenderse de ellos en la guerra. El honor y la defensa son los dos valores que invoca.En relación con este conflicto, en la Medea de Eurípides podemos observar la alabanza en honor a Atenas vv. 824 y ss. por el Coro, como contestación de la propaganda de los peloponesios contra Atenas.
                                                              
Jasón rompe su futura unión en matrimonio con Medea, como la Asamblea espartana rompe el Tratado de los Treinta Años con Atenas. El matrimonio de Jasón con la hija del rey Creonte es lo que causa trastorno y revoluciona en la obra de Eurípides, la ruptura del juramento. Esto sucede antes de que empiece la obra y ésta reflejará sus consecuencias. Jasón viola los juramentos de forma triple: el familiar, social y religioso. Sus actos tienen como consecuencia el desmembramiento de la familia, sin la cual no hay hijos que puedan llegar a ser ciudadanos y guerreros. Pero sin familia tampoco hay ciudad ni estado. Esto es una representación de la ley del más fuerte y está aliada con la tiranía.

Los juramentos violados son vitales para el desarrollo de la acción dramática, y será el delito que Medea castigará con su venganza, sublimándose de este modo, en un contexto superior al del objetivo personal de la protagonista.

En la obra Eurípides resalta la insistencia del autor sobre la debilidad de Medea, que más que propia de su condición de mujer se debe a las circunstancias que le rodean en su estancia en Corinto. Dejar a su familia le supuso renunciar a sus privilegios, y a pesar de ser considerada en Grecia una mujer sabia nunca dejó de ser una extranjera.

La cuestión que se plantea no es que Jasón sea infiel sino algo más grave. La traición a su familia, ruptura del matrimonio por otro más ventajoso, traiciona a los suyos por egoísmo y codicia, y siguiendo la ley del más fuerte, al igual que Creonte, aparta a los débiles que estorban para la realización de sus planes con la fuerza de su posición social. Ninguno encuentra una solución ni un término medio ni compasión por Medea, sino que directamente decretan su destierro y el de sus hijos, sabiendo que ella no tenía dónde ir.

Pese que Medea anuncia su intención de castigar el ultraje sufrido, no es acusada nunca de obrar injustamente, más bien de lo contrario. Sus actos son ejecutados con el consentimiento de la divinidad. El Coro varias veces insiste que no cometa el infanticidio. En este final hay dos puntos esenciales para la obra: lo que significan los hijos para cada personaje y el papel de víctimas inocentes que interpretan los niños.

Para Creonte y Jasón, los niños significan la continuación de su linaje y el mantenimiento de su casa. En cambio, es en Medea donde el amor por sí mismos encuentra auténtica expresión. Todo su monólogo, independientemente de otras consideraciones, es un dolorido canto en el que los sentimientos maternales alcanzan una de las más altas cotas expresivas. El sacrificio de los niños es de vital importancia ya que marca el fin de la vida en pareja de Jasón y Medea, y a partir de entonces cada uno debe seguir por separado.

Mató a sus hijos para causarle dolor y éste queda convertido en un apátrida sin futuro. Así pierde el poder, la fama y la gloria, los ideales que más valoraba y ansiaba, porque utilizó un medio erróneo para conseguir todo eso. En cambio, Medea, pasa de víctima a verdugo, de la opresión pasa a la libertad. Se monta en un carro alado y se desvincula completamente con su pasado, y al contario que Jasón sabe dónde ir: a Atenas.

Recordando la alabanza a Atenas vemos que no es solo propaganda. Atenas aparece reflejada como una polis donde reina la paz, la libertad y el bienestar social e intelectual, que ha de ser defendida de los enemigos, de aquellos que por ambición rompen sus pactos sagrados.

Eurípides parece mostrarse partidario de la guerra y, por tanto, de la política de Pericles. Piensa que la actitud ateniense es digna de imitación. Si una mujer extranjera, lejos de su patria y sin parientes lejanos, ha sido capaz de invertir la relación de fuerzas y castigar la injusticia con un comportamiento heroico, hasta sus últimas consecuencias, los atenienses deben conservar sus creencias y modo de vida, para que su tierra permanezca libre. Y si la ocasión lo requiere, sacrificar aquello a lo que más se quiere, como en el caso de Medea, a sus hijos así como Atenas debe enviar a sus hijos a la muerte para defender lo justo. En la escena final de la apoteosis queda en recuerdo de los cuerpos inertes de los niños. Ellos son las víctimas. Ellos son los más débiles, los más ignorantes y ajenos a las “terribles decisiones de los poderosos”. La ley del más fuerte prevalece.

Eurípides refleja dos cuestiones de actualidad en su obra: la acusación de que Atenas había violado los acuerdos del Tratado de los Treinta Años, hecha por Corinto, que en la tragedia aparece como desencadenante en la traición cometida por Jasón hacia Medea. La otra, las inculpaciones de Atenas contra Corinto se ve reflejada en el ejemplo de Medea, dispuesta a luchar hasta sus últimas consecuencias, aunque tenga que llevarse por delante a lo que más ama.

 Quizás se trata de la obra más compleja de Eurípides, en la que abordan asuntos profundos del alma y de la mente humana. Hasta entonces ningún trágico había representado de esa forma tan sublime las fuerzas oscuras, esa agonía de sentimientos contrapuestos, entre razón e irracionalidad. Al poeta no le interesa mostrar los problemas religiosos, ni los peligros que pueden acechar al hombre, sino que se propuso a analizar un alma femenina atormentada por el sufrimiento y la pasión.

Medea de Séneca

La versión de Séneca y de Eurípides de Medea se diferencian fundamentalmente en dos cosas: el primero suprime la escena del rey Egeo en Corinto. Y la segunda, y quizá la más importante, es que los dos autores dan una versión distinta sobre Medea y la relación con sus hijos, dándole Séneca una visión más afectuosa. También son destacables la reducción de escenas entre Jasón y Medea, y el mayor desarrollo de las escenas con la nodriza.

Se aprecia el conflicto entre dos individuos: la infidelidad de Jasón y los celos de Medea se emplean para ejemplificar las funestas consecuencias de una pasión desenfrenada. Medea nos transporta al terreno de la irracionalidad. Este elemento irracional es desarrollado mediante la insistencia en presentar a Medea como maga, como por la amplitud que ha trazado una escena como la de los encantamientos.

Séneca dará un giro total a la historia: Medea no será la víctima de Jasón, sino que Jasón será la víctima de Medea. Medea y Jasón se refugian en Corinto con sus hijos, tras el asesinato de Pelias. Allí, Jasón se va a casar con Creúsa, hija del rey Creonte.

Al enterarse Medea decide vengarse y consigue que Creonte aplace su exilio un día con el pretexto de poder despedirse de sus hijos. Medea le pide a Jasón que huya con ella y ante la negativa, le pide que por lo menos le deje llevarse a los niños, pero éste también se niega.

Medea, como venganza, envía a Creúsa como regalo de bodas unas joyas envenenadas que la hace morir en llamas. Finaliza la obra con el asesinato de los niños, delante de Jasón.

Medea de Pasolini

Pasolini concede especial atención en su obra al mundo de la mitología en la Grecia Clásica. Claro ejemplo de ello son sus obras Edipo, el hijo de la fortuna (1967), Orestiada africana (1968-1973) y la que analizaremos a continuación, Medea (1969). Tenemos constancia de que este director de origen italiano tuvo una gran formación en las disciplinas de latín y griego.

Centrándonos en el filme, podemos destacar que Pasolini no quería dar la visión de Eurípides, sino su propia versión, ponerle su propio sello en clave contemporáneo. Esto no hubiese sido posible sin la interpretación como Medea de María Callas.

El filme cuando fue estrenado no fue bien acogido por el público ya que fue tachada de haber sido producido con fines comerciales.

La película comienza con una escena de Jasón siendo educado por el cíclope Quirón, viendo momentos claves de su aprendizaje. Ya después, lo vemos de adulto, cuando se dirige con los Argonautas a Yolcos para reclamar el territorio que le corresponde. Después va en busca del vellocino de oro, tarea en la que Medea le ayuda. Para huir, tiene que hacerlo con su hermano (junto con Jasón y los argonautas) a quien despedaza para despistar a las tropas que estaban en su busca. De nuevo en Yolcos, Medea se las ingenia para matar al rey mediante un engaño. El resto de la historia no es ya familiar, el engaño de Jasón, el asesinato de la futura esposa y su padre, terminando con el asesinato de sus propios hijos, con la única diferencia de que en esta versión Medea no se libra de la muerte.

Pasolini define a los dos personajes principales por separado. No se sirve de la tragedia más que en contadas ocasiones, solamente en pasajes en los que aparece el trío de Jasón-Medea-Creonte. El tratamiento del texto clásico aparece en reducidas ocasiones, que pese a ser literal queda distinto por el recorte que sufrió. Intentaba establecer una estructura similar a una especie de silogismo, rompiendo la unidad temporal original y creando un marco cronológico mucho más abierto .En cuanto a fuentes, no se reduce solamente a Eurípides sino que Pasolini también se sirve de las Argonaúticas de Apolonio de Rodas. No quiere dar una visión de personajes individuales, sino de tipos. Medea representa lo que ya no existe, lo tradicional y Jasón lo actual. Para finalizar, comentar que suaviza el momento más trágico, el asesinato de los hijos.
 
Así es la vida..de Arturo Ripstein

Este filme nos ofrece la historia de una Medea mexicana en época contemporánea. Se trata de una adaptación de la Medea de Séneca realizada por Paz Alicia Garcíadiego, guionista de Ripstein. Esta historia se trata realmente de una trasposición de personajes y no de situaciones, y por eso se recurre a Séneca. Los personajes son más relevantes que los hechos en sí mismos. Es lo que hace que se considere “la especificidad” y no la “topicidad”, que de por sí aporta un personaje tan conocido.

Tal “especificidad” se aprecia no solo en que se trata de una mujer celosa, vengadora e infanticida, sino una mujer que se siente sola. Las “soledades” son elementos claves en las obras de Séneca y de Ripstein.

La mitología griega y romana se ve reflejada en el movimiento llamado “realismo mágico”, preocupación estilística y el interés de mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano y común. No es una expresión literaria mágica, su finalidad no es la de suscitar emociones sino más bien expresarlas y es, sobre todas las cosas, una actitud frente a la realidad.

Siguiendo Séneca las líneas de la trama eurípidea, el planteamiento de fondo es distinto. Eurípides pretende mostrar cómo los humanos se enfrentan cara a cara con los dioses, constatar hacia dónde conduce el mundo de los seres humanos en ausencia de dioses, aquí Medea sería un buen ejemplo a causa de sus crímenes fruto de un defecto natural, del mortal, que no es divino. Además, de que el poeta nos da una visión misógina de la mujer. Intenta dar un aviso sobre la irracionalidad de la mujer y de sus actos, nefastos para el orden público y el familiar.

En cambio, la visión de Séneca es completamente distinta. Versa sobre la soledad que afecta a un personaje enredado en un “laberinto de soledades”. La solución es matar a sus hijos, como única válvula para retornar al comienzo, regresar al hogar paterno y a la virginidad. Cada personaje solo aparece una sola vez frente a la protagonista, dándole una opción alternativa a la que se opone Medea.

Medea busca otra solución pero todas la remiten a la misma: matar a sus hijos. El problema es que se trata de una falsa respuesta emocional, es decir, el razonamiento dialéctico nunca debería finalizar como el que adopta Medea.

El destino del personaje es que le digan por qué no debe realizar sus actos, y después de realizarlos (donde la razón no tiene cabida), Medea sube al cielo, en un más allá místico e incomprensible, propio de la locura.

La propuesta de Ripstein no es solo una declaración de intenciones, sino que se infiere en el tratamiento de la muerte de los niños: el primero es asesinado a escondidas, tras un puerta y lejos de la mirada del espectador, el segundo muere de cara a él, al final de la escalera del patio de vecinos. Las muertes de La Marrana (Creonte) y de Raquel (Creúsa) se presuponen. La televisión funciona como un mensajero irreal de lo que está sucediendo.

Se trata de una película más elaborada que el mero mito. La maga se transforma en curandera abortista, el rey en casero, el aventurero en boxeador, la nodriza en madrina. Personajes que representan un retrato psicológico.

El filme comienza con la”soledad” de Julia, la del olvido de las promesas hechas, es la desmemoria de Nicolás lo que le tortura. Con una actitud de “¿Y yo qué?”, preguntándose qué actitud debe tomar hacia el abandono de Nicolás. Julia también anuncia que ella también puede tomar sus propias decisiones.

En el diálogo con la madrina habla sobre la potestad del hombre de abandonar a la mujer, como un rito propio del sexo masculino. Esto se reforzará irónicamente en la escena del aborto y en la de la virginidad. La del aborto como rito social del matrimonio, clandestino y carente de formalidad, y el de la virginidad, porque Raquel debe llegar virgen al matrimonio, y aunque no sea cierto, existe un reconocimiento formal y social de su virginidad. Los hijos no son indicio de matrimonio, pero la virginidad sí lo es. La madrina encuentra su propio remedio para esto: dado que el abandono del varón es un rito común, la forma de evitarlo es acompañándose de su bebé muerto, su hijo varón.

La Marrana, como dueño del patio de vecinos, avisa a Julia de que no va a renovarle el alquiler. Este hecho tiene un toque irónico, porque Julia intenta arreglarlo insinuándose a su casero, pero éste le rechaza porque “son casi parientes” (su hija va a casarse con el hombre que le ha abandonado.

El carácter de abandono amoroso, equivalente al de Medea, aparece reflejado en la escena donde se rememora un encuentro sexual entre ambos. El abandono del hombre es el que incita a la mujer a abortar, el no tener un futuro cierto para ese hijo. Un hijo muerto jamás abandonaría a una madre. Con el aborto de Estela se anticipará el infanticidio.

La escena del aborto es un reflejo de la profundidad que hace Séneca en el mito de Medea. Julia inicia una búsqueda de motivos para no cometer el infanticidio pero no ve otra salida, son el impedimento de su integración.

La muerte de los niños pasa a ser un rito para desunir a la pareja. Así Julia pasa a ser una parte inseparable de Nicolás, al menos de su recuerdo.

Para finalizar, hablaremos de la importancia del televisor en la obra. Es un elemento omnipresente y así se reflejan los recuerdos amorosos de Julia, grabaciones de vídeo que ve también la madrina.
 
Medea en Camariñas de Andrés Pociña

Andrés Pociña (Lugo, 1947), catedrático de Filología Latina de la Universidad de Granada, es el autor del monólogo que vamos a analizar a continuación, llamado Meea en Camariñas. El texto original se publicó en el año 1977 con el título Si de desmitificar habláis. Fue representada por primera vez el 25 de mayo en la Sala Palmireno de Valencia, protagonizando el monólogo la actriz Begoña Sánchez.

Lo primero que llama la atención son los recursos y efectos, sencillos tanto en la decoración como en el vestuario. La iluminación jugará un papel importante ya que servirá para centrar la atención del espectador en un lugar o en otro. El músico estará presente, acompasando las palabras y silencios de Medea con su propia música o silencios. La escena representa un lavadero y en el fondo se verá un tendedero donde Medea cuelga la colada.

La primera escena da paso con un instrumento de viento, y la protagonista se presentará delirante, afectada por la soledad e indiferencia. Las otras mujeres la ven como extranjera, y como desconfían de ella la ignoran. Intentará ganarse su confianza, contándoles su historia personal, desde cómo conoció a Jasón hasta su llegada a tierras griegas. Por medio de un monólogo, tratará de convencer a las mujeres gallegas y a los espectadores sobre la falsedad de las historias que se han divulgado contra ella. Así se oscurece la escena, dando paso a otra en la que aparece sentada encima de una mesa.

Comienza hablando del vellocino de oro, desmintiendo la leyenda. Describe Cólquide como una región de gente sencilla y rural. Jasón llegó allí en busca de unas cabras mejores que había traído el rey. En ningún momento Medea habla de enamoramiento, sino de atracción.

La escena vuelve a oscurecerse y aparece tumbada en la mesa de forma sensual y habla de por qué se sintió atraída por Jasón, evocando recuerdos de cómo eran cuando eran jóvenes. Afirma que Jasón nunca la quiso, y fue ella la que se acercó a él.

Con música de guitarra de fondo, Medea describe la estancia de Jasón en Cólquide y su posterior huida a las tierras griegas de Yolco.

Atribuye la culpa de las calumnias a los hombres y a la percepción que estos tienen del mundo. Loca y desesperada, aparece esnifando coca, y continua contando la huida de la Cólquide junto con su hermano y Jasón. Además de que desmiente el suceso del asesinato de la prometida de Jasón.

Por último, habla del infanticidio que cometió, siendo simbolizado por dos pequeñas prendas. Y así finaliza la obra.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Y FILMOGRÁFICAS 


Libros

Bernabé, Alberto. Dioses, héroes y orígenes del mundo, Abada Editores, 2008

Grimal, Pierre. Diccionario de mitología griega y romana, Paidós, 2006

Eurípides. Tragedias: Volumen I, Gredos, 2006

Séneca. Tragedias, Gredos, 2006


Artículos


Bernal Lavesa, Carmen. Medea en la tragedia de Séneca

Pociña, Andrés. El amor de Medea visto por Eurípides y Séneca

Sala Rosé, Rosa. La Medea de Eurípides: El enigma del infanticidio

Rodríguez Cidre, Elsa. Medea y lo monstruoso: tratamiento diferencial en Eurípides y en Séneca

Quijada, Milagros. Medea de Eurípides: Lectura de un drama de venganza.

Salvador Ventura, Francisco. La Medea de Pasolini (1969). Una estética contracultural de lo mítico

López Galocha, Mª Dolores. Estudio socio-político de la Medea de Eurípides

Tovar Paz., Francisco Javier. Medea de Séneca en Así es la vida (2000), filme de Arturo Ripstein

Martínez Martínez, José Manuel. Medea en Camariñas


Películas


Pasolini, Pier Paolo. Medea, Italia, 1969

Ripstein, Arturo. Así es la vida…, México, 2000

1 comentarios:

Ana dijo...

Hola.
Muy interesante todo lo que has escrito de este personaje mitológico.
Por mi parte, me encanta que publiques este tipo de entradas ya que me gusta mucho el mundo mitológico, las leyendas y demás.
Besos.

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