viernes, 8 de julio de 2016 |

Mamá, Andrés Muschiett (2013)

Después de ver el horror auténtico en las noticias diariamente, y que en cierto modo estamos ya "curados de espanto", sé que es difícil hacer una película de terror que le quite el sueño a alguien.  Debo confesar que yo recuerdo mi infancia y gran parte de mi adolescencia con pesadillas, con noches en vela convenciéndome a mí misma de que no hay nadie en el armario, y que es imposible que haya nadie debajo de mi cama. Y es que mis padres nunca tuvieron demasiado control sobre el tipo de películas que veía o dejaba de ver. Supongo que en parte debo agradecérselo, porque quizá ahora sería bastante más cerrada de mente. Así que me imagino que es comprensible ser poco impresionable si ya has visto demasiado cine de terror, con el agravante de que todos estamos un poco insensibilizados.

Primero voy a echar una lanza a su favor: he soportado toda su duración y no me he aburrido demasiado. Es un dato importante, porque si una película empieza a aburrirme no tengo mucho reparo en quitarla, y si estoy en el cine, tengo una facilidad enorme para desconectar. Pero la verdad, es que visto como está el panorama cinematográfico últimamente, eso ya es mucho.
El planteamiento no diré que me parezca original, pero si diré que me parecía interesante. Pero se queda en eso, en un "planteamiento". En su conjunto me parece floja, inconclusa, con lagunas en el argumento, aunque es cierto que hay algunas escenas escalofriantes. Pero eso, escenas. Tienen más valor esas escenas sueltas, que todo en su conjunto. 
Técnicamente correcta, la atmósfera muy lograda. Me gusta que se juegue con la luz, porque logra ser partícipe de la historia. Hay algo que me molesta mucho y es que para suplir carencias de la trama y de la argumentación, se adorne con música, efectos especiales, 3D, entre otras cosas. Véase la mayoría del cine actual. Y la verdad es que en cuanto a la parte técnica no hay ninguna queja. 

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