domingo, 27 de enero de 2013 |

Así es la vida..., Arturo Ripstein (2000)

Hace unos años tuve que hacer un trabajo de Mitología para la facultad, en el que teníamos que elegir un héroe de la mitología griega y escribir acerca de él. Como me dan un poco de vértigo las "grandes aventuras épicas" decidí centrarme más en la esencia del ser humano, es decir, elegí un personaje femenino de la tragedia griega de Eurípides. Supongo que elegí Medea porque aún estaba en shock tras haber visto (muchos años atrás) Bailar en la oscuridad de Lars Von Trier.  Y ya sé que a priori no tienen mucho que ver, pero las dos protagonistas cometieron un crimen (un error fatal) y mi gran obsesión es saber hasta qué punto tienen que ver los factores externos sobre el individuo. ¿Cualquier persona puede cometer un crimen bajo una presión psicológica extrema? Y si eso ocurre, ¿hasta qué punto es esa persona responsable de sus actos? No sé si finalmente la vida me dará la respuesta, pero mi investigación sobre el mito me llevó a esta pequeña joyita del director mexicano Arturo Ripstein.

No sé hasta qué punto es conocido el mito de Medea. Haciendo un breve resumen para los que no lo conozcan: Medea era hija del rey de Cólquide, y ayudó a Jasón a encontrar el Vellocino de Oro (el que quiera más información que lea las Argonaúticas). Éste le prometió a Medea que se casaría con ella a cambio de su ayuda. Para conseguirlo, Medea tuvo que traicionar a su padre para ayudar a Jasón, y juntos huyen con los Argonautas. El matrimonio no se efectuó inmediatamente, sino que se aplazó (aunque tuvieron hijos), y como en todas las historias Jasón se enamora de otra, de Glauce, la hija del rey de Corintio. Medea, despechada, le manda una corona a la joven prometida de Jasón, una corono envenenada que acabaría con su vida. Después Medea se ve obligada a matar a sus propios hijos, para enterrar en vida a Jasón o según otras versiones para romper el vínculo que les unía.

Arturo Ripstein hace una versión más moderna y más latina de este mito. Nos presenta a Julia, una mujer curandera, madre de dos hijos y esposa de un boxeador. Un día su marido la abandona por otra mujer. Y esa rabia se convertirá en venganza...

Como ya hemos dicho, es una versión mexicana, pero también contemporánea, situada en el mundo actual. Se trata de una adaptación de la Medea de Séneca. Es una historia de personajes y no de acciones. Julia no es solo una mujer celosa, vengadora e infanticida, sino una mujer que se siente sola. Las soledades es un elemento clave en esta película y en la obra de Séneca. El planteamiento que hace el autor romano del mito es distinto a la versión de Eurípides, que pretender mostrar cómo los humanos se enfrentan cara a cara a los dioses. Sin embargo, Séneca y Ripstein dan otra visión, los hechos no suceden por causa de los dioses, sino por las virtudes y los defectos del ser humano. Además, como ya he dicho, habla de la soledad.   La solución es matar a los hijos, regresar al hogar paterno.

Se trata de una película más elaborada que el propio mito. La maga se transforma en una curandera abortista, el rey en casero, el aventurero en boxeador, la nodriza en madrina. Personajes elaborados con un retrato psicológico y no personajes tipificados, con un transfondo más amplio.

Y si hay algo que me llama especialmente la atención de esta película es la representación del coro trágico. Un coro trágico de mariachis dentro de un viejo televisor, en blanco y negro, poniendo melodía a la desolación de Medea. Un coro que en un momento sale de la pantalla y canta alrededor de la mesa.

Este mito ha sido llevado unas cuantas veces al cine, entre ellos la versión Pasolini y la de Lars Von Trier. Y como siempre Pasolini es una garantía de calidad y Lars Von Trier es una garantía de quedarse descolocado durante mucho tiempo. ¿Qué tiene este hombre con los ahorcamientos? Pero yo sin duda, me quedo con esta adaptación, más latina, más contemporánea, porque es una prueba de que no es necesario inventar nada nuevo, basta con dar otra relectura.                    


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